5 de agosto de 2014

No había ni fotógrafos, ni espectáculo, sólo gente que ama correr y a la montaña | Los 100 km de Salt Lake Utah de Denisse Nankervis

Por: Denisse Nankervis

Montañas de Salt Lake Utah, EEUU | Foto de Denisse Nankervis


Perfil de los 100 km | Katcina Mosa | Utah | 2 de agosto de 2014

… Hace pocos meses había realizado un esfuerzo enorme no sólo en correr sino en preparar mi carrera en la Patagonia, y se perfectamente que una y otra vez se habrán preguntado, y bueno, a esta sí que definitivamente se le corrió una teja, o se le cayó un tornillo en una de las montañas que tanto visita y todavía no lo ha ubicado...  Pero un poco para justificarme está el hecho de clasificar a Mont Blanc...

En el mundo del deporte existen lugares donde los amantes de cada disciplina sueñan con "estar" o participar;  así, en el fútbol el futbolista quiere llegar a la Copa América, al Mundial, en el box supongo que el sueño máximo será obtener el cinturón de campeón, en la gimnasia será llegar a las olimpiadas, etc.  En el caso de un maratonista es correr la maratón de Boston para la cual uno debe clasificar en una competencia previa, y en el caso del Trail es clasificar a Mont Blanc.  Ese es el Santo Grial del Trail.

Cuando me dedicaba a correr en asfalto mi sueño fue llegar a correr en Boston, y sólo Dios y el Gato saben lo que tuve que sufrir y entrenar durante dos años para poder ir.  Años más tarde, cuando me inscribí en mi primera ultra maratón de 80 kms leí la leyenda "clasificatoria al Ultra Trail Du Mont Blanc". Lo cual inmediatamente me llevo a soñar lo que sería correr en los Alpes Suizos...   De esto ha pasado más de dos años ya.

Hasta abril de este año estaba convencida que con los tres puntos que había ganado al finalizar mi carrera de Patagonia había completado mis siete puntos que me llevarían a Suiza, pero tuve la desagradable sorpresa que las reglas habían cambiado, y ahora se necesitaban ocho puntos en lugar de siete, lo que hacía que una de mis carreras clasificatorias quede sin efecto.  Fue en ese momento que decidí que por nada del mundo perdería mis puntos previamente adquiridos con mucho esfuerzo y pues nada a buscar otra carrera de tres puntos.   Apareció una que reunía algunos requisitos como es el de empatar el viaje con las vacaciones familiares.

Sin pensar en el poco tiempo que tenía para entrenar me dediqué a trabajar duro en ponerme en forma para una prueba más exigente que la Patagonia. Había leído sobre las características de la prueba, y era:  nivel técnico muy exigente en la topografía de Salt Lake Utah, abruptas subidas y bajadas, terreno difícil y un clima despiadado sobre los 32 grados centígrados.

El día jueves viajé rumbo a Salt Lake en un viaje interminable de casi 20 horas entre conexiones y horas de vuelo.  Salimos a las 5:00 AM de Quito y me instalaba en el hotel a las 12:00 AM del día viernes.  Ese mismo día traté de descansar lo que más pude para recuperarme para la prueba que sería en tan sólo unas horas.

La primera sorpresa fue la charla técnica. Acostumbrada a los "grandes" eventos que tenemos en el Ecuador previo a una competencia, o al marketing que le metieron los organizadores de Patagonia Run, esto parecía una carrera de pueblo literalmente.  Éramos unos pocos locos metidos en una sala de conferencias y como diaria mi marido:  "toditos son gringos montañeses con cara de locos".  No había ni fotógrafos, ni espectáculo, sólo gente que ama correr y a la montaña. Aquellos gringos que vemos en las propagandas de Salomon o North Face, o los que parecen recién salidos del NAVY.

Para mi sorpresa cuando ingresé en el salón, el organizador de la prueba hizo una pausa y me preguntó:  “¿Denisse?"  Y llenaron la sala de aplausos porque una corredora de tierras lejanas y latinas había llegado por primera vez en 15 años a la carrera.  La verdad es que fue emocionante ser la novedad ya que todos se portaron excelente y fueron muy amables conmigo.  De hecho hice algunos amigos que quedaron en venir a Ecuador.

A las 11 PM del viernes sonaba mi alarma para encontrarme con un nuevo amigo y su esposa en el lobby del hotel.  Saldríamos a la 12:00 hacia la largada que era a unos 30 minutos del hotel.
Denisse Nankervis | Foto de su muro de Facebook
A la 1:00 AM se daba la partida con un simple "on your mark, set, goooo".   Inmediatamente inició el ascenso hacia la primera montaña, y como ya tenía previsto que la temperatura subiría a niveles incontrolables a partir de las 11:00 así que tenía que aprovechar la oscuridad y tratar de ganar la mayor cantidad de kilometraje posible, entonces empecé a subir la montaña al trote.  Me sentía muy bien con fuerza y determinación.  No había nadie a mi alrededor, sólo la compañía de múltiples arañas que saltaban asustadas por el paso de los corredores que invadían su territorio.  A Dios gracias no le tengo miedo a esos bichos así que seguí mi curso tranquila.  Al iniciar la primera bajada logré recuperarme para estar a punto para el segundo ascenso más complejo y el más alto de todo el trayecto.

El sol inició su ascenso cuando me encontraba en algo así como el kilómetro 35 con la cuesta más temida, parecido a subir al Rucu Pichincha en inclinación pero con la ventaja de la altura.  Sin embargo el camino poco a poco se modificaba con calles pedregosas a sinuosos senderos de trail.  ¡Aja!  "Ya empezó realmente" pensé;  y efectivamente los siguientes 55 kilómetros estaban compuestos de un terreno entre cangahua, piedras sueltas y raíces, bastante complejo y técnico. Resultado... 3 buenas caídas, un dedo fisurado y las últimas uñas que faltaban por hacerse negras ya se emparejaron con las otras.  Mis pies parecen los de cualquier cantante metalero.

Después del kilómetro 45 pasábamos por algunos matorrales bien densos, y se oía el paso de animales por la espesura de esa maleza.  En ese momento me acordaba de las conversaciones en broma que tuve con mucha gente que me decía "cuidado con los gatos" y yo estaba consciente que por la zona había gatos monteses, pero de pronto la cara que asomaba era la de una vaca.  ¡Uf, que alivio!   Pero de pronto oí un zzzzzzz.  En ese mismo instante entré en estado de negación y simplemente dije "es otra vaca Denisse".  Al finalizar la carrera un atleta me contó que el zzzzzz era una cascabel que había salido a alentar a otro atleta.  También me comentaron que habían visto mapaches y que el año anterior una osa había salido faltando 10 km para finalizar.

En la mitad del trayecto el organizador de la carrera estaba esperando en el punto de abasto y estaba tan emocionado con la presencia de un extranjero que me tomó muchas de fotos y me ayudó un montón con hielo para el calor y comida.  No tienen idea lo bien que se portaron los gringuitos mormones conmigo.  Creo que la parte más difícil fue comunicarme en inglés, ya que con el cansancio la mente no trabaja rápidamente y realmente tuve una carrera de mucha concentración no sólo para correr en un terreno tan agresivo sino para poder comunicarme.

A la 1 PM el sol brillaba despiadado y la temperatura estaba en su apogeo a sí quiera 34 grados.  Hasta ese momento había corrido prácticamente sola, con eventuales pasadas a mi o yo a otro atleta, pero a esa hora el clima había obligado a todos a bajar el ritmo de carrera a "modo supervivencia". Pocas veces había añorado tanto el frío de la Patagonia y cada vez que llegaba a un punto de abasto me abalanzaba a tomar lo primero que llegue a la boca...  Debo decir que una de las enseñanzas de la carrera es que el Ginger Ale es una de las cosas más refrescantes y rehidrantantes que existe.

Para el kilómetro 65 el haber subido tan duro las tres montañas me había traído la cuenta y me presentaba la factura tenía un dolor insoportable en la rodilla derecha y un dolor bastante conocido por mi de la fascia plantar.  Tuve qué recurrir a algo que odio en una competencia, sacar mi botiquín y tomarme un desinflamatorio que me permitió volver a correr, ya bajando el ritmo pero sólo así pude terminar la carrera.

A las 5 PM llevaba 16 horas de carrera y me encontraba en el kilómetro 80...  "¡¡¡Denisse estás haciendo un carrerón!!! ¡¡¡Si te apuras bajarás de las 20 horas!!!"  Me dije, ¡¡¡además es bajada!!!  ¿Bajada?  Sí bajada pero de piedras sueltas, ¡lo mismo que abuelita pero muerta!  Ni modo, a bajar como cabrita, tres veces me encontré con el suelo así que bajé nomás el ritmo.

Al llegar al kilómetro 90 teníamos un último punto de abasto y los voluntarios me informaban que estaba en una muy buena posición no sólo de la general femenina sino de la general de todos.  Adrenalina para el alma fue eso, y empecé a correr como me gusta, dándole duro hasta el kilómetro 95 cuando llegamos al pavimento y con el pavimento el dolor insoportable de pies.  El efecto de la pastilla había pasado y yo me quebré en el camino. Tenía dolor, y dolor del verdadero, no pude contener las lágrimas porque quería picar como siempre lo hago.  No pude. En ese instante veía a mi esposo y mi hijo arribando al parque de la llegada en el auto y me empezaron a seguir.  Sólo Dios sabe lo duro que fue ver el auto y no subirme, venía quebrada.

Pero llegué y llegué para recibir los aplausos de una comunidad de un pueblo de Utah, y el organizador, John, me esperaba con los brazos abiertos y yo saqué mi bandera de Ecuador con el alma en las nubes.  El dolor se había quedado olvidado en algún lugar inhóspito de mi cabeza, opacado por la marca que acaba de hacer... 18:58:09.  2:30 horas menos que en la Patagonia.

Y ahora si, clasificada a Mont Blanc.  Con dos uñas menos, un dedo roto y una tendinitis en el sector de la rodilla, pero nada que no cure un par de semanas de descanso.

Así que esperemos que el próximo relato que oigan de mi sea el proveniente de los Alpes Suizos dentro de un año.