5 de abril de 2023

MI PRIMERA EXPERIENCIA DE NATACIÓN EN LA LAGUNA DE CUICOCHA | JULIO 2010



Esta era la 'conversación' por correo electrónico con Christian (Loaiza) previo al entrenamiento de natación en el lago de Cuicocha  (a 120 km al norte de Quito y más de 3 000 msnm):

CL:  Acabo de leer que Cuicocha si tiene fondo ... es de APENAS 180 metros

RT:  ¡AAAhhhh!  Ahora si me quedo más tranquilo

CL:  O sea ... con mucho esfuerzo pero si pueden encontrar los cuerpos ... salvo que ahí también viva algún lagarto como en Chongón o talvez pirañas mutantes que soporten bajas temperaturas o cangrejos criminales como la canción de Héctor Napolitano.

RT: El problema es que el autor de la nota que leíste no se enteró que Cuicocha está en el cráter de un volcán y que los cuerpos pueden salir en la próxima erupción del Tungurahua, y ahí si va a ser difícil identificarlos.

CL:  La solución es hacernos un mapeo genético hasta el viernes y nadar con esas placas de identificación que usan los militares

RT:  Pero les tendremos que grabar en grafito o diamante porque a la temperatura de la lava, fusión segura.

Ese era nuestro ánimo antes de realizar nuestro primer entrenamiento en aguas abiertas en la hermosa laguna de Cuicocha. Reorganizamos la tabla de entrenamiento. Cambiamos la jornada de bici + larga de trote del domingo para el viernes y trasladamos el entrenamiento de natación para el domingo 25 de julio de 2023 en Cuicocha.

Richard (Erazo) acompañado de Martha, Christian (Loaiza) con Wendy (Calapaqui) y yo con la Flaca y nuestros cuatro hijos llegamos cerca de las 07h00 al sitio que se había convertido en el lugar de entrenamiento de los triatletas. A pesar de la baja temperatura del agua (alrededor de 13ºC), no tiene los problemas de contaminación de sitios que están a menos altura como San Pablo o Yaguarcocha.  

Había una inusual cantidad de gente. Habíamos escogido, sin saber, el día en el cual la ciudad de Cotacachi organizaba la 14a. travesía al lago de Cuicocha. Los competidores partirían del muelle y girando en sentido horario alrededor de los islotes completarían una vuelta de 4,5 Km.

La mala noticia era que estaba prohibido el ingreso al lago.  Debíamos esperar cerca de cuatro horas.  Si queríamos nadar en ese momento teníamos que ser parte del evento. Así que nos pusimos en la fila de registros y nos inscribimos.

Nos apuramos a ponernos nuestros wetsuits y nos acercamos de manera tímida al muelle.  Al estar con los gorros de competencia estábamos oficialmente dentro de la carrera.

El plan era ingresar al agua con el traje de neopreno y con aletas, nadar hacia el islote del centro (a unos 800 m del muelle) y regresar. De acuerdo a nuestras sensaciones repetiríamos la distancia. Queríamos completar alrededor de 3 000 m.

Una voz dentro de mi cabeza me dijo: estás con wetsuit y aletas y has entrenado con constancia en la piscina, así que porque no aprovechas la logística de la competencia e intentas unirte a los competidores. ¡Me aconsejó darme una vuelta al lago!. No tenía ni un metro de experiencia de natación en Cuicocha, pero no me pareció mala idea.

Sonó el disparo de la largada. Todos lo nadadores se lanzaron como delfines. Respiré y decidí seguirles. Uno, dos, tres y al agua. Sentí un cambio brusco de temperatura, pero empecé a nadar con fuerza con dirección del pelotón de nadadores, pero algo no andaba bien. No estaba sumergiendo mi cabeza para la expiración. Parecía un completo novato. 

Quise relajarme y empezar a nadar normalmente. Introduje  la cara en el agua. Me sorprendió su temperatura. Estaba heeelaaadaaa. No fui capaz de botar el aire ¡No tenía aire alguno que exhalar! ¡No estaba respirando! En ese momento descubrí que mi pecho estaba completamente cerrado y que estaba en serios problemas. 

Vi a una de las lanchas que acompañaba a los nadadores y de manera ingenua quise alcanzarla para que me ayuden. La lancha iba a la velocidad de los últimos nadadores que avanzaban rapidísimo. Me sentía muy cansado. Avanzaba con la cabeza sobre el agua como si nunca habría pasado por un curso básico de natación. La lancha se veía cada vez más lejos. Me rendí.  Era imposible alcanzarles.  

Debía regresar por mis propios medios. El muelle estaba lejísimo. Las mismas aletas que tanto me alejaron me tenían que sacar. No respiraba con normalidad y estaba haciendo todo el esfuerzo físico posible con brazos y piernas. Los familiares de los nadadores deben haber visto una escena muy patética. Mientras los chicos y chicas avanzaban con solvencia para darse la vuelta a la laguna, en el agua estaba yo, un novatazo con traje de neopreno y aletas, intentando no ahogarse.  Cuando llegué al punto de partida no podía pronunciar una palabra, estaba fundido, mis brazos estaban tan débiles que no lograba salir del agua.

Christian había sufrido el mismo percance pero regresó, de forma muy prudente, enseguida al muelle.  Parece que el brusco cambio de temperatura afectó nuestros organismos. Aquella sensación de ahogo que nuestra compañera de aventura y experimentada nadadora Mary (Ledesma) (en su primera aventura en Cuicocha) atribuyó a su ajustado traje pudo deberse a alguna contracción muscular  interna. Al sumergirnos de forma brusca al agua fría, sin una adaptación previa a la temperatura, produce un espasmo muscular que cierra de manera inmediata el pecho.

Segundo intento

Abandoné la idea de darme una vuelta de 4,5 km y volví al plan original.  Pero antes realicé "burbujitas" para asegurarme que podía exhalar dentro del agua. "Respirando, cualquiera," bromeé internamente.

Con el traje y las aletas sentía que me deslizaba con velocidad.  El agua era fría pero me sentí cómodo.  No pasó mucho tiempo y había llegado al islote.  Pensaba que ahí podría detenerme para algún descanso, pero solo veía vegetación y nada parecido al muelle de partida.  Dí media vuelta y emprendí el regreso.

Última vuelta

Aletas afuera, y otra vez al agua para recorrer los últimos 1 600 metros.  Delicioso, fui y regresé con mucha tranquilidad y con la seguridad de que este lugar sería nuestro sitio oficial de entrenamiento en aguas abiertas.

Mi amigo Richard parecía un habitante acuático del área. Se divirtió como enano y fue muy solidario con todos.  Christian logró vencer su temor inicial y logró ir al islote y regresar.  Habíamos terminado la primera mitad de nuestro entrenamiento. Habíamos completado 15 semanas de las 30 programadas para el día de la competencia ironman en noviembre de 2010.


De izquierda a derecha: Christian, Richard y yo

Fotos: Salomé Torres y Ángelo Chamba

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