4 de abril de 2023

MIS PRIMEROS 120 KM EN BICICLETA: QUITO - IBARRA | JUNIO 2009

Era la tercera gran larga en bicicleta. Jorge Hernández (nuestro entrenador y en esa fecha técnico nacional de la Federación Ecuatoriana de Ciclismo) había preparado para este mes una serie de sesiones que incrementaban el volumen hasta llegar a esta última sesión de trabajo que sobrepasaba los 200 km semanales.

La primera larga de 90 km la realizaríamos en la provincia de Cotopaxi en el tramo de la carretera que comprendía un circuito de 40 km, por el sector de Lasso. Esperábamos un recorrido plano pero en realidad era una bajada (sutil, pero bajada al fin) de 20 km y por lo tanto una subida de la misma distancia. Mary (Ledesma), Gaby (Saá), Richard (Erazo), Byron (Flores), Mario, Christian (Loaiza), Raúl (Manotoa) y yo (acompañados por nuestro entrenador Jorge) preparamos nuestros caballos metálicos y arrancamos alrededor de las 6h00. Mario y Byron tuvieron un percance al pasar las rieles del tren. Este incidente no afectó a sus bicicletas (ni a ellos) porque continuaron el entrenamiento como si nada. Al completar los primeros 20 km, en el punto de retorno, Christian ponchó su llanta delantera, pero la parchó rápidamente en la vulcanizadora que estaba a pocos metros del incidente.

Christian y Richard son muy fuertes, el tramo de retorno lo realizaron como si estuvieran en la bajada, y junto a ellos la fortísima Mary. Raúl está en otro nivel, desaparecía rápidamente en el horizonte montado en su hermosa Cervelo. Completamos la primera vuelta y arrancamos la segunda. 

El semáforo alrededor del kilómetro tres me separó del grupo, arranqué con fuerza apenas pude para tratar de alcanzarles pero un camión que iba a mi lado izquierdo iba a ser la causa de una peligrosa caída. El chofer, que seguro no me vio o esperó que le adivine su pensamiento, viró hacia su derecha para ingresar a un terreno. Jamás esperé esa clase de maniobra. Todo se puso en cámara lenta. Mi reacción fue frenar y curvar hacia el mismo lado derecho pero la caída fue inevitable. Quedé debajo del camión en medio de los gritos de algunas personas que estaban en ese lugar. Menos mal que los gritos hicieron que el camión se frene a raya. La llanta delantera se descentró y la trasera se desinfló. Mi casco estaba hundido. Si no lo llevaba puesto las consecuencias habrían sido graves. Terminé el entrenamiento al kilómetro 45. La noticia llegó de inmediato a mis colegas ciclistas que iban por delante. Se imaginaron lo peor. Subí la malograda bici al auto, me despedí de mis amigos ciclistas y con algunas heridas leves, consecuencia de la caída, regresé a casa a contar la anécdota.

El siguiente fin de semana debíamos subir 20 km, la tabla indicaba 110 km. La distancia intimidaba, así que toda la semana me preparé sicológicamente, especialmente porque no había logrado coordinar la logística para poder acompañar al grupo que realizaría la larga entre Cayambe e Ibarra. 

Realicé la sesión alrededor del parque La Carolina (más de 30 vueltas al circuito). Arranqué a las 4h30. No es que me guste madrugar, sino que era la única forma de tener menos tiempo de interferencia del pesado tráfico que se presenta desde las 6h00 en ese sector. No paré de pedalear sino hasta que un taxi se detuvo delante mío y al no tener la precaución de destrabar mi pedal frené y en lentamente me caí sobre la vereda. Me trocé algunos dedos de mi mano derecha pero la bici estaba intacta (solo se había zafado la cadena). Llevaba cerca de 60 km y tenía por delante todavía 50 más. Respiré profundamente, sacudí mi mano golpeada y otra vez sobre la bici. Después de cuatro horas de haber iniciado el entrenamiento había cumplido los 110 km. Tuve la sensación de satisfacción que conocemos todos los que nos enfrentamos a un reto que parece muy difícil pero que nos queda como una gran experiencia después de cumplirlo.

Para el siguiente fin de semana la distancia programada era 130 km. Mi plan inicial era rodar un poco más de 36 vueltas al circuito de La Carolina el domingo (las anteriores habían sido en sábado). Pedrito tenía un importante partido de fútbol el sábado a las 10h00 en la provincia de Imbabura. La sub9 de su colegio jugaba con la selección de la escuela del Tin Delgado en Ibarra. 

La tarde del viernes se me ocurrió la 'loca' idea de ir en la bicicleta desde mi casa (norte de Quito) hasta Ibarra. Si todo salía como pensaba arrancaría a las 4h30. Toda la familia (la flaca, Sofi, Salo, Pedro y Migue) me acompañaría y me cuidaría en carretera con el auto. Queríamos evitar un incidente similar al de mi caída en Lasso. A la altura de Guayllabamba me alcanzarían los ruteros triatletas donde esperaba que alguno se anime a iniciar su entrenamiento desde ahí en lugar de Cayambe.

Partimos de la casa a las 5h00 (30 minutos de atraso era poquísimo considerando toda la logística familiar requerida, pero Pedro debía estar en la Hostería del Tin antes de las 10h00 ¿Llegaría en menos de cinco horas?

Con la oscuridad de la madrugada, ni bien empezaba, me topaba con la primera cuesta y la primera bajada desde la Av. Eloy Alfaro hasta Calderón. Recorrí un tramo recto y cubrí otra bajada que pasa por el peaje a la salida norte de Quito y terminé en un puente antes de empezar una cuesta bastante pronunciada que sería el preámbulo de lo que sería este recorrido. Pasé Guayllabamba y después de alrededor de 30 km de la salida me alcanzaron Gaby, Byron, Mary, Richard y Christian (Mario nos dijo que esta semana no podría entrenar) que venían en dos autos junto con el profe Jorge. Los tres últimos se prepararon rápidamente y se unieron al periplo, no sin antes advertir que teníamos por delante dos grandes cuestas ¿Peores que las que ya subí? pregunté, y casi en coro contestaron que si.

Y si, unos pocos kilómetros después empezamos a escalar la primera. Uno, dos, tres... seis, siete, ocho kilómetros y seguíamos subiendo. Diez, once y Richard me dice que acababa de ver la marca que indica que falta un kilómetro para el 'premio de montaña', y en efecto un kilómetro más arriba llegamos... increíble... casi 13 kilómetros de subida. Me sentí como un Nairo Quintana. A continuación una bajada espectacular que poneía a prueba nuestras reservas de adrenalina y que nos permitió recuperar aliento. Al arribar a Cayambe se integraron al recorrido Gaby y Byron.

¡Solo falta la subida que llega antes del lago San Pablo! contaron los ruteros que ya habían realizado este recorrido la semana anterior. Nos encontramos con otra interminable cuesta. Con mucha resignación le contaba a Richard que se me terminaron los piñones (a medida que se endurece la cuesta los piñones nos permiten 'aplanarla', pero llegué al punto máximo de la bici). Creo que por solidaridad me dijo que a él también (aunque no tenía la menor señal de fatiga). Todo el esfuerzo se vio recompensado al coronar y después bajar y descubrir el hermoso paisaje del Lago de San Pablo. Ahora si solo quedan cuestas 'cortitas', dijo Richard.

A eso de las 9h15, nos encontraron los padres de los compañeros de equipo de Pedrito. Una de las madres de familia con claro dominio de las distancias y los tiempos se ofreció llevarle con ellos para que no se atrase ya que dudaba que a la velocidad de la bici llegue a tiempo. Un comentario no muy motivador pero que solucionaba la mitad del problema, la otra mitad era que toda la familia llegue antes que empiece el partido de fútbol.

El reto era de 130 km, pero eso implicaba no asistir al juego, así que decidí que la aventura terminaría a la entrada de Ibarra (cerca de la zona donde era el partido). Un poco más de cinco horas y cerca de 120 km después de haber salido de la casa llegué a Ibarra. A Christian y a Richard les quedaba todavía una hora de pedaleada. Subí la bici al auto, agradecimos mucho a Wendy (Calapaqui), quien gentilmente condujo el auto (la Flaca había sentido molestias en su pie recién operado) y empezamos a buscar la Hostería del Tin. Llegamos con la esperanza de al menos ver el segundo tiempo, pero uno de los papás nos dijo que en cinco minutos recién empezaba el juego. El plan salió a la perfección: culminé 120 km durísimos junto a mis compañeros de hobby y asistimos al partido de Pedrito ¿Qué más se puede pedir para una mañana deportiva familiar del sábado?

Foto: Flo Karr | Unsplash.com

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