27 de noviembre de 2012

Triatlón olímpico "Ruta de los Spondylus" 2012: el relato


Una semana después de nuestra participación en el Guayasman 2012, evaluábamos los eventos de triatlón para los que podríamos prepararnos. Los de distancias medio ironman dentro del país habían terminado con la competencia en Playas y, en un principio, había decidido que entrenaríamos para mantener el estado físico y nada más.

En una de estas jornadas, Marco me contó que ya se había inscrito para el triatlón olímpico de Punta Blanca, además Esteban (García), quien había participado un par de veces allí, nos dio buenas referencias sobre este evento: buena organización, mar tranquilo y buen pavimento para las bicis.  Llegué a casa, revisé el libro de Gale Bernhardt y seleccioné el entrenamiento de triatlón para la distancia olímpica. La tabla de trabajo de doce semanas se componía de tres etapas: cuatro semanas de preparación específica, cinco semanas para la etapa precompetitiva y tres semanas para la competitiva.

Fueron doce semanas con todas las características de las jornadas de trabajo de cualquier equipo humano. Las he compartido en este blog en cada ocasión que he podido, pero las actividades laborales y familiares no me han permitido que me extienda con muchos detalles. Notamos un importante cambio en las cargas. Bernhardt prioriza las jornadas de piques para las tres disciplinas, a diferencia de un mayor manejo de sesiones aeróbicas para las distancias ironman.

Marco viajó en su camioneta y nos hizo el enorme favor de llevar nuestras bicicletas. Nos encontramos el sábado en Guayaquil, donde en otro gesto de amistad, organizó su itinerario y nos esperó para ir todos juntos hacia Salinas.

Ya en Salinas llamamos a los organizadores para confirmar si podíamos ir a retirar el kit de competencia, pero para nuestra sorpresa nos indicaron que nos acerquemos después de las 17h00. A las 18h00 estaba previsto el congresillo técnico.  Al llegar nos encontramos con un gentío que hacía cola para la inscripción mientras simultáneamente se daba la charla técnica. Nos habíamos inscrito por internet y esperábamos una atención ágil, pero salimos después de dos horas y media. Conté unas siete personas delante mío, pero resultó que cada una de ellas inscribía a algunos competidores y muchos recién registraban sus datos.  Con una sola persona y una sola computadora es imposible dar una buena atención en un período tan corto. Como siempre, en esta clase de culturas organizativas, los que buscamos respetar el orden somos los más maltratados.
A las seis horas del domingo, siguiendo las instrucciones del congresillo, arribamos al sitio del triatlón. Nos indicaron que a esa hora se abría el parque para el ingreso de las bicicletas, pero no fue así, no lo permitieron porque habían decidido organizar por orden de género y prueba (olímpico y sprint). Estaba programado que el triatlón olímpico arranque a las 7h00, pero hasta las 6h30 no llegaba el responsable con la famosa lista. Todos seguíamos esperando que nos autoricen dejar nuestro equipo para poder prepararnos para la etapa de natación. Pero como todos lo habíamos previsto, después de la 'ordenada' distribución de acuerdo a su lista, terminaron pidiendo que nos ubiquemos "donde podamos."
Ojalá para las siguientes ediciones revisen estos procesos con sentido común deportivo y busquen la comodidad y tranquilidad de los competidores.

A las 7h30 estábamos en la línea de partida Ximena, Esteban, Marco y yo. El circuito de natación era un cuadrado de 187,5 m al que debíamos dar dos vueltas. Para cubrir los 40 km de ciclismo debíamos dar cuatro vueltas y para los 10 km de carrera, había que correr dos vueltas. Por primera vez, la flaca iba a competir sola. Iría a su ritmo y se lanzaría con toda valentía a esas 'aterrorizantes' vueltas en "u" sobre la bicicleta. 

Marco y Esteban arrancaron en el agua con buen ritmo, y cuando quise reaccionar ya me sacaban una buena ventaja. El mar estaba tranquilo pero se sentía la corriente que, a diferencia del Guayasman, era paralela a la playa. Perdí el rumbo y demoré mucho más de lo que había planeado. A lo anterior debo sumarle una demora excesiva en la T1.

El circuito de bici tiene una interesante combinación de repechos ascendentes y descendentes a los que se debe atacar con fuerza y mucha cadencia.  Marco y Esteban llevaban cubierta más de media vuelta cuando empecé a rodar.  Había mucha diferencia, pero iba a hacer todo lo posible por buscar entrar en un ritmo que me permita cubrir la distancia en menos de 1h15. Al verle a la flaca sobre su bici me quedé tranquilo y orgulloso de que haya superado una prueba de 1,5k de natación nada fácil.

En el segundo cruce con la flaca le noté contrariada.  Estaba seguro que le pasó algo en su vuelta en "u". En el tercer cruce me dijo algo que no entendí, pero no era nada bueno.  En el cuarto cruce ya no estaba sobre su bicicleta. Su llanta delantera estaba ponchada. Confirmé que se había caído por todos los moretones de sus piernas. Me decía que "siga no más", como si desconociera que algo entiendo de los códigos femeninos. Insistía en que no era necesario que demore mi competencia, pero sabía que no iba a irme sin realizarle el cambio de tubo. Es otra destreza que tengo poco dominio, pero conseguí que Ximena no abandone.  "Es un dolor y chuchaqui moral que lo recordarías toda la vida", le dije. "No te lo recomiendo."

No estaba muy animada, pero empezó a rodar.  Llegué a la T2 con la resignación de ni siquiera hacer un tiempo Sub3 y la preocupación de que a la flaca todavía le faltaban unos 12 km en la bici. Salí a correr y al completar mis primeros 5k vi, con alivio, que Ximena estaba trepando el primer kilómetro para empezar su etapa de atletismo.  Seguí con mi ritmo, di la vuelta y a los pocos minutos me alcanzó la flaca. Venía embalada. Me puse a su lado derecho, sin decir palabra alguna, y me sincronicé con su paso.  Un par de kilómetros más adelante me dijo que no era necesario que vaya a su ritmo. Tomé mucho aire para decirle, con humilde sinceridad, que la que estaba jalando era ella y que no me estaba frenando para nada.

Faltando un par de kilómetros para la meta y con la tranquilidad de ver que mi compañera iba súper bien para su segunda vuelta, apreté el paso para el remate final. Observé a uno de los competidores que me llevaba unos 50 metros y me propuse, al menos, llegar antes que él.  Empecé a rematar, pero me escuchó e hizo lo mismo. Faltando unos diez metros relajó su ritmo, y logré arrebatarle su puesto. 

Ximena arribó con mucha fuerza.  Completó su segundo triatlón, y el primero sola. Y como premio recibió la medalla al tercer lugar de su categoría.

Mi hijo Pedro ha dicho que este fin de semana fue como un sueño.  "Fuimos a la playa, nos divertimos, mis padres compitieron y ya estamos de vuelta en casa." Lo que el olvida es que ese sueño fue posible, en gran parte por la invalorable ayuda de Marco e Ingrid, quienes llevaron y trajeron nuestras bicicletas. Nos consiguieron un bello departamento en la base naval y nos llevaron con ellos todo el tiempo compartiendo todo ¡Muchas gracias Ingrid y Marco!
En la famosa Chocolatera de Salinas | Ecuador
El desempeño de mis dos compañeros fue espectacular. Esteban mejoró sus dos marcas previas en más de 30 minutos e hizo un tiempo sub3 de 2h52. Marco rompió todos sus parciales. Nado a 2'32" cada 100 m, rodó a un promedio de 33,2 km/h y terminó su primer triatlón olímpico con un tiempazo de 2h49. Fue sexto en su categoría ¡FELICITACIONES CAMPEONES!

A curar las ampollas, asimilar todas las experiencias y a buscar el siguiente reto ¡CARPE DIEM!




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