30 de junio de 2013

Ultramaratón North Face Ecuador de 80 km | La competencia de 80k que fue de 60k

Césped congelado alrededor de la laguna chiquita de Mojanda


A las dos de la mañana llegó a casa Giovanny quien participaría en los 50k. A las 2h15 pasamos retirando a Marco y nos dirigimos a Malchinguí.

A eso de las tres de la mañana llegamos a la zona de la competencia. Hacía un tremendo frío que nos obligó a buscar protección en una carpa donde nos encontramos con amigos y conocidos que también participarían en los 80 km .

Con un par de minutos de retraso arrancó la carrera. Como habíamos planificado, el equipo se mantendría unido durante todo el evento. Trepamos los primeros 21 km a buen ritmo.  En tres horas habíamos subido hasta la zona de las lagunas. Estuvimos acompañados de Richard Erazo y Denisse Nankervis hasta el kilómetro 26.

En la laguna de Mojanda con Denisse Nankervis | Foto de Richard Erazo

En este punto ingresamos a un chaquiñán de 9 km en el que pretendíamos recuperar tiempo. Ingenuos. Nos encontramos con un sendero por el cual era difícil caminar peor trotar. No se veía el piso.  Cada paso debía dárselo con mucha precaución. Caíamos en huecos y pateábamos piedras. Demoramos casi dos horas. Descubrimos que nuestras previsiones de tiempo eran demasiado optimistas

A partir del kilómetro 35 empezó una dura prueba para tobillos, rodillas y cadera. Los descensos eran muy pronunciados. Sin embargo, Ximena bajaba a espectacular ritmo. Nos marcó el paso a gran velocidad. 

Llegamos a una explanada de césped totalmente vertical.  Debe ser la de los 46% de inclinación mencionada en la ficha técnica.  El problema era que no existía camino. Había que bajarla y punto. Marco, quien iba adelante, fue el soporte de la flaca durante todo el descenso.  La única manera posible era esa. Ximena debía apoyarse para paso a paso y muy lentamente descender por este peligroso tramo.

Ximena y Marco después del descenso por la pared de césped

Al acercarnos a los 40 km empezaron a aparecer toda clase de dolores.  A Marco y Ximena les dolía las rodillas y a mi la cadera. Muertos de sed llegamos al abasto para encontrarnos con la desagradable sorpresa que ya no había agua. De ahí en adelante debíamos sobrevivir con naranjas. 

De pronto debíamos subir y subir y subir.  Alrededor de 10 km de trepada caminando.  Después de tremendo esfuerzo llegamos al siguiente puesto de abasto para confirmar que en efecto se había terminado el agua.

Pasado el kilómetro 50 empezaron las subidas y bajadas que también experimentaron los competidores de 50k. Pedreríos flojos verticales. Después de más de nueve horas de competencia, estos tramos eran una verdadera tortura.  Mi cadera desencajada se volvía a poner en su lugar cuando trotábamos en los cortos tramos que podíamos.  Pero cuando encontrábamos otra subida o bajada aparecían nuevamente los dolores.

Faltando un poco más de un kilómetro para llegar a los 60 km, nos informan que cambiaron la hora de corte para este punto.  Ya no sería a las cinco de la tarde sino a las tres de la tarde. Justo la hora en la que recibíamos esta mala sorpresa.

Llegamos al sector de Alogincho antes de las 15h10 donde nos encontramos con unos ocho corredores que habían sido detenidos unos minutos antes. La organización decidió que los que no llegaban antes de las 15h00 no podían continuar. No hubo argumento que les haga cambiar de opinión. Todos explicábamos que no nos informaron de este cambio. Les indicábamos que en cuatro horas si era posible cubrir los últimos 20k. Que si mantuvimos el promedio de 11h00 en los 60k era posible llegar a tiempo. Pero no. La competencia terminó ahí.

Marco y Ximena estaban indignados. Yo me sentí aliviado. Nos esperaban cerca de cuatro horas por un recorrido igual de duro. Los abastos ya no tenían agua. Las rodillas de Marco y Ximena estaban al límite y mi estado descuageringado al salir de cada trepada o descenso era patético. Estaba seguro que si nos dejaban pasar llegábamos  antes de las 15 horas, pero que sería muy pero muy doloroso.

Nos subimos al bus y retornamos a Malchinguí. Apenas arribamos buscamos a los organizadores. Conversamos con Martín Sáenz, quien admitió que hubo un error en la organización al no comunicar a los corredores que lo que se había dicho en el congresillo técnico había sido modificado. 

Ya en ese punto, con el cuerpo entumecido después de esos brutales 60 km pero con un enorme orgullo de mi flaca, quien demostró una fuerza física y mental increíble decidimos emprender el retorno a casa. 

Un enorme abrazo de agradecimiento a Marco quien fue un gran apoyo en todo momento. Un gran atleta y un gran caballero. Dejaremos pasar un poco de tiempo para pensar en que nueva locura nos embarcaremos.

¡CARPE DIEM!

Actualización a las 10h30 del domingo 30 de junio de 2013

Acabo de conversar con Richard Erazo.  Me confirma que pasaron unos pocos minutos antes de las 15h00 y que les avisaron que ya iban a cerrar la puerta.  Reclamaron por la gran cantidad  de competidores que estaban a pocos minutos pero debían seguir.

A los 70k les cerraron la última puerta literalmente en sus espaldas, a las 17h00.  Los últimos 10 km les tomó 1h45.  Las subidas y bajadas de empedrado flojo se repitieron hasta el final. Terminaron en 14h45  ¡Grande Richard! ¡Grande Denisse! ¡FELICITACIONES ULTRAMARATONISTAS!


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