26 de febrero de 2008

El poder curativo de la maratón


Artículo original: THE HEALING POWER OF THE MARATHON
By John Meyer

La gente que alcanza las alturas en la Av. Colfax de Denver usualmente es porque están drogadas, no corriendo. Nick Sterner y su hijo Nick Jr. han hecho las dos cosas.

Hace dos años, los Sterners llamaban a la Av. Colfax su hogar. El principal lastre de la ciudad, rodeada por sórdidos moteles, bares de bajada y casas de empeño, era el lugar donde satisfacían sus necesidades básicas y vendían drogas.

"Recuerdo cuando tenía 18 años, caminando por la Colfax con una libra de hierba, un vaso de licor y una pistola ," dice Nick Jr., ahora de 23 años. "Si me hubieras preguntado que haría en el futuro, te hubiera dicho que probablemente estaría muerto o en prisión a la edad de 30."

Ese prospecto no parece probable ahora. En mayo, los Sterner regresaron a l Colfax con una nueva adicción -- correr. Padre e hijo completaron la maratón Post-News Colorado Colfax junto a 13 adictos en recuperación de la Misión de Rescate de Denver, que ofrece un asilo para los hombres sin hogar. En junio, los Sterner empezaron su entrenamiento para la maratón de octubre.

"Es el deporte más espiritual que jamás me imaginé adoptar," dice Nick, de 45 años. "Dices toda clase de oraciones entre la milla 21 (Km 33) y la 26 (Km 42). Pero en la milla cero, al salir por la puerta digo 'Gracias, Dios, por poder hacer esto.'"


Codependencia


La maratón de Colfax no era su primera vez en el camino a la recuperación. Un asiduo consumidor de marihuana por más de 15 años, renunció en 1995 después de que su esposa y sus dos hijos se mudaron. Lanzó sus cigarrillos, salió a un trote de un kilómetro, y durante la siguiente década recuperó su vida. Se convirtió en un corredor dedicado, completando seis maratones con un récord personal de 2:59.

Mientras tanto, Nick Jr., empezó a usar y comercializar metanfetaminas, y en el 2001 ya estaba viviendo en las calles. Su padre dejó todo para encontrarlo y lo introdujo en rehabilitación. Pero en lugar de sacarlo del mundo de las drogas. Nick padre lo introdujo. Muy pronto, padre e hijo estaban volando juntos en Colfax.

En octubre de 2005, Nick Jr. pasó 10 días en prisión por posesión. Estaba listo para limpiarse, pero no solo. Así padre e hijo se inscribieron en el Programa Nueva Vida de la Misión de Rescate de Denver, que provee tratamiento para adictos.

Mientras los Sterner reconstruían sus vidas, los oficiales de la ciudad estaban rehabilitando Colfax, un camino de 26,8 millas (43 Km) que había estado en una situación de decaimiento urbano desde 1960. El plan de rehabilitación incluía el ser anfitriones de una maratón. La inauguración de esta maratón se realizó en mayo de 2006, y Nick padre estaba entre los participantes. Terminó en 3h41, con todos los miembros de la Misión haciéndole barra.

Inspirado en la historia de Nick padre, los organizadores de la carrera colaboraron con la misión para crear un programa de adicto a corredor. Jeff Galloway, atleta olímpico y entrenador, preparó al equipo con tablas de entrenamiento, y Nick padre ayudó con consejos y motivación diaria. Quince hombres (nueve maratonistas y seis medio maratonistas) ganaron sus medallas de finalistas en el evento del año pasado. Nick padre corrió en 3h58 y Nick hijo terminó en 4h43.

"Debido a este programa de atletismo, estos hombres ven lo positivo de un estilo de vida saludable," dice Brad Meulli, presidente de la Misión de Rescate de Denver.

Los Sterner, ambos graduados de la Misión de Rescate, están viviendo en Denver. Nick hijo comparte un departamento con su hermano, Zach, 20 años, quien también ha empezado a correr. Nick padre creó una fundación llamada Fundación de Rehabilitación inspirada en la Actividad para ex residentes de la Misión y otros adictos en recuperación. Nick hijo tiene un trabajo de mercadeo y está tomando clases en el Community College de Denver. Después de ver a su padre, el conoce el riesgo de una recaída. Pero está contento de haber encontrado una manera de combatir sus impulsos.

"Un día, cerré mi cuenta de ahorros," dice. "Tenía en mi bolsillos US$ 450. Ví a alguien con el que solía negociar. La primera cosa que pasó por mi cabeza fue, 'Tengo suficiente dinero para volar.' Mi corazón latió más rápido. Empecé a sudar. Regresé a casa, me puse mis zapatillas de correr y salí. Solía volar. Ahora corro."

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