22 de marzo de 2009

Estar en forma no es una sensación repentina


Artículo original:  Fitness Isn’t an Overnight Sensation (Gina Kolata/The New York Times)


Carl Foster, un fisiólogo del ejercicio de la Universidad de Wisconsin, La Crosse, estaba sorprendido por los avisos publicitarios de una popular máquina de ejercicios.  Los fotografías de antes y después indicaban a hombres y mujeres rellenitas convertidas en atletas con cuerpos pulidos en acero.  Y todo esto sucedía solamente después de 12 semanas de ejercicio por 30 minutos tres veces por semana.  Luego asomaba el popular libro, con sus propias fotos de antes y después, promocionando un programa que cambiaría totalmente su cuerpo en seis semanas después de sesiones de ejercicios de 20 minutos por semana.


Existe muchos ejemplos de gente que tomaron esos ejercicios y cambiaron considerablemente su apariencia  ¿Pero cuánto tiempo dura? ¿Y cuánto tiempo y esfuerzo requirió?  Seis semanas suena una locura para el Dr. Foster.


"Dijimos: 'Espere un minuto. No puede cambiar tanto' ", dice el Dr. Foster.  Así que junto con sus colegas decidieron experimentar.  Suponga que reclutan a gente sedentaria para un programa de ejercicio de seis semanas  ¿Notarían algún cambio en sus cuerpos observadores objetivos?


El plan consistía en fotografiar voluntarios con trajes de baño pequeños y después asignarles de forma aleatoria a uno de los tres grupos: ejercicio cardiovascular, levantamiento de pesas o control.  Seis semanas después, serían fotografiados nuevamente.


Las cabezas de las fotos serían cortadas y barajadas.  Después los individuos y los jueces calificarían el cuerpo de cada foto en una escala de 1 a 10, siendo 10 espectacular.


Los voluntarios eran hombres, entre 18 y 40 años, sedentarios.  "Eran personas de la clase de buñuelos", dijo el Dr. Foster.


Los resultados no fueron sorpresivos.  Los sujetos se calificaban más alto que lo que otros les habían calificado, y las panelistas femeninas calificaron más bajo que los sujetos masculinos u otros panelistas.  Pero, sobre todo, las calificaciones de los sujetos apenas cambiaron, después del programa de ejercicios.  Y tampoco lo hicieron las medidas objetivas, como peso o procentaje de grasa corporal, o medida de la cintura o medida del bíceps.


Los fisiólogos del deporte enfocan a todo el año nuevo, al nuevo yo, a la manía de transformación total del cuerpo con un ojo negativo.  Si, dicen, la gente puede cambiar como se ven.  Pero no de la noche a la mañana.


"Pienso que está muy claro", dice William Kraemer, profesor de kinesiólogía de la Universidad de Connecticut.  Con frecuencia las promesas son solo mercadeo, dice.  "Muchas veces cuando está en el mundo de los clubs de salud,  ellos buscan conseguir nuevos miembros que han hecho las resoluciones del año nuevo".


"Para realizar cambios en como luce, está hablando alrededor de un significativo período de entrenamiento." dice el Dr. Kraemer.  "En nuestros estudios toma de seis meses a un año." Y, añade, esto es con entrenamientos regulares de fuerza, usando pesos apropiados y con programas cuidadosamente diseñados para cada individuo.  "Esa es la realidad", dice.


Y las diferencias genéticas entre los individuos significan que algunas personas responden mucho mejor que otras al ejercicio, dice el Dr. Mark Tarnopolsky, un investigador del ejercicio de la McMaster University en Hamilton, Ontario.  


El cambio en el cuerpo, digamos en seis meses, es apenas mínimo para ver un cambio real.


Schuyler Antane, 43, científico investigador, es uno.  Empezó en enero del 2006 con una dieta que consistía, dice, en "evitar las comidas de buen sabor, pero muy dañinas. Y no más cerveza".


En tres meses, había perdido 10 libras y bajado a 190 libras en su cuerpo de 1,73 m.  Después leyó un artículo de una revista sobre una carrera de 5 Km y decidió intentar correr.  Podía correr solo cinco minutos cuando empezó.  Le tomó dos meses entrenar para su primera carrera.  Pero se mantuvo y mejoró.  En los siguientes seis meses, pesaba solo 150 libras.  Luego añadió ciclismo y natación y se convirtió en un triatleta.  Eso, dice, le llevó a su peso de pelea de 140 a 145 libras.


"Mi barriga cervecera desapareció", dice.  "La única llanta de mi sección media es el exceso de piel, pero no soy tan vanidoso como para operarme."


Ahora, dice el Sr. Antane, que corre con un grupo en Princeton las noches de los jueves, "todo cambió –mi apariencia en la vida, con quien salgo, como me siento."


Jim Lisowski, 45, el dueño y presidente ejecutivo de SciTec, una compañía de investigación y desarrollo en Montgomery, N.J., dice que perdió su forma, yendo de 189 libras a 225 libras.  Mide 1,79 m. Su esposa le compró una membresía de un gimnasio a poca distancia de su oficina.  Al inicio, iba de forma esporádica, pero decidió tomarlo en serio después de tres años.


Era finales de febrero del 2005.  Al inicio del 2006, el Sr. Lisowski, que iba a uno de mis gimnasios y cuya compañía emplea a uno de mis mejores amigos, era un hombre cambiado.  Pesaba 184 libras y tenía un cuerpo completamente transformado y musculoso.  Lo hizo con una rutina que continúa hasta la fecha –entrenar de cinco a seis días por semana con más de una hora de duro cardio, primero en una máquina elíptica y luego en una de remo seguido de levantamiento de pesas por una hora.


"Quería estar en forma", dice el Sr. Lisowski.  "Sabía que perdería peso".


Los nuevos meses que le tomaron perder peso y ganar fuerza y resistencia le parecieron rápidos.  Lo atribuye al hecho de estar en forma antes de perderla y a su actitud.


"Puede ir al gimnasio y gastar su tiempo sin obtener cambios", dice.  "Debe sudar, tiene que aumentar los pesos.  Debe desafiarse."


Luego está Charles Reilly, un fiscal federal en Manhattan y un corredor de maratones que se tomó una pausa de 10 años del deporte cuando se unió al directorio de su escuela local.  Simplemente no tenía tiempo, dice.  Con poco ejercicio y comiendo más, pasó de 159 libras a 282.  "Llegó gradualmente, pero llegó", dice el Sr. Reilly respecto de su peso.


El 18 de abril de 2005, tuvo su última reunión en el directorio de la escuela –había decidido no continuar.   Ocho días después, salió a correr.


"Después de una milla, tenía que parar y caminar", dice el Sr. Reilly. Pero persistió.  Un mes más tarde, podía correr cinco kilómetros sin parar.  Después de tres o cuatro meses, dice, que podía correr 8 kilómetros.  Al final del 2006, corrió 16 kilómetros.  Mientras tanto también cambió su dieta.  "Mi meta era perder 100 libras", dice el Sr. Reilly.  Lo hizo, alcanzando su objetivo el 3 de febrero de 2007, en un poco menos de 21 meses.


El Sr. Reilly sigue corriendo y manteniendo su peso bajo.  Muchos que le conocían cuando estuvo en el directorio de la escuela no le reconocen, dice.


El Sr. Reilly dice que nunca creyó en esas publicidades que dicen que pueden transformarle repentinamente.


"Eso no es posible", concluye.

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