11 de abril de 2009

Nadando en Galápagos


Nadando en la Isla Santa Cruz, Tortuga Bay (Foto de Salomé Torres)


Había estado en el archipiélago en tres ocasiones anteriores y en ninguna de ellas había aprovechado la oportunidad de sumergirme en las cristalinas aguas de este espectacular paraíso.  En realidad,  la última vez (hace unos doce años) tomé una escafandra y tímidamente caminé unos pocos metros hasta donde pude mantenerme parado con la cabeza fuera del agua ... al sumergir la cara en el agua quedé asombrado de la cantidad de peces que habían estado a mi alrededor.  Ya en ese momento me propuse que en la próxima oportunidad realizaría snorkel en la zona en la que se ancle el bote, porque me sentía muy incómodo ser parte del grupo con pocas destrezas para la natación que se perdía  conocer más de cerca la espectacular fauna marina de Galápagos.


La oportunidad se presentó para esta semana.  Aprovechando las vacaciones escolares por Semana Santa decidimos armar maletas y volar hacia las islas encantadas.  El entrenamiento del triatlón se suspendía (especialmente el del ciclismo), pero buscaría la oportunidad para nadar al menos una hora en el mar.


El domingo emprendimos la excursión hacia Tortuga Bay, un sitio famoso por la presencia de las tortugas marinas.   La primera recomendación que le dan al turista es que al llegar a la playa camine hacia su derecha otros quince minutos hasta llegar a la 'playa mansa' ya que en la 'playa brava' es muy peligroso nadar.  La caminata es de alrededor de 45 minutos (30 en el sendero y 15 por la playa), pero todo el esfuerzo se ve recompensado al descubrir un hermoso lago gigante de agua salada y playa de arena blanca que a pesar del candente sol no quema, la zona de la 'playa mansa'.  Había llegado mi oportunidad.  Debía pasar de nadar en piscina a nadar en aguas abiertas.


Miguelito y Rubi en Tortuga Bay – (Foto de Salomé Torres)


Calculo que el sector es de alrededor de unos 300 metros de diámetro, así que como primer paso usaría aletas para cruzarme desde la playa hacia el otro extremo.  Aletas, gafas, tapones en los oídos y al agua ... con las aletas (con motor, dicen los entendidos) se avanza con buena velocidad, así que de manera bastante rápida me encontraba en la mitad del 'lago',  avancé un poco más y me di cuenta que si no se observa con cierta frecuencia a donde se desea ir se pierde con facilidad el rumbo. Apliqué la recomendación de Gaby: cada seis brazadas hay que observar el objetivo.  El miedo 'escénico' desapareció, sentí que flotaba mejor y que podía nadar de forma más relajada, así que repetí el recorrido con las aletas dos veces más ... simplemente delicioso.


Nadando en la Isla Santa Cruz, Tortuga Bay – (Foto de Salomé Torres)


Ahora debía quitarme el motor (las aletas) y realizar el mismo recorrido.  Gafas, tapones en los oídos y al agua ... después de avanzar unos 30 metros sentí que las gafas no estaban bien ajustadas y que había entrado un poco de agua, como no era mucha seguí nadando, pero 100 metros más adelante ya ocupaba más de la mitad del espacio entre mis ojos y los lentes de las gafas ... ¡problema! no estaba en zona de baja profundidad y no tengo la suficiente confianza como para suspender el nado y mantenerme en el agua para ajustar las gafas.  La única estrategia posible era acelerar la marcha, aunque no veía detalle alguno.  Mi único punto de referencia fue una línea blanca que suponía era la playa.  Llegué al punto en que el agua llenó por completo las dos cápsulas de las gafas ... ¿y ahora? ... relajarme, seguir nadando y dirigirme a la línea blanca.  Algunos minutos después logré regresar al punto de partida.  La lección quedó bien aprendida ... si al iniciar el recorrido (en cualquiera de las tres disciplinas del triatlón) sientes alguna molestia es seguro que se agravará después  ¡¡Para y corrígela inmediatamente!!


Comenté a los miembros de mi familia de las dificultades que había tenido en esta cuarta serie y les pareció muy gracioso.  Ahora le entiendo a Mario, que ante mi comentario que me divierten mucho sus relatos me respondió "¿porqué? ¡¡si es algo muy serio!!".


Me faltaba la quinta y última serie (la segunda sin aletas).  Gafas ajustadas (bien ajustadas y bien revisadas), tapones y al agua.  Fueron unos 450 metros de-li-cio-sos.  Terminé mi primer entrenamiento de natación fuera de la piscina.  Logré cubrir en total más de 2 Km sin que en el fondo se aprecien baldosas y la línea guía para mantener la dirección.


Arribando a la Isla Floreana – (Foto de Salomé Torres)


El lunes viajamos a la isla Floreana donde "podrán hacer snorkel los que deseen.  Hay tres zonas, la primera es para los novatos, la segunda para los intermedios y la 'corona del diablo' para los buenos nadadores con buena experiencia en snorkel", explicaba con claridad el guía turístico.  La experiencia en la primera y la segunda zonas fue maravillosa ... espectacular integración con peces multicolores y un par de lobos marinos juguetones.


Snokel en la Isla Floreana, Corona del Diablo – (Foto de Salomé Torres)


Al llegar a la zona de la 'corona del diablo', el guía realiza nuevamente la misma advertencia "solo los buenos nadadores con buena experiencia en snorkel"  ¿Porqué?, le pregunto, y me responde que es un área abierta con fuertes corrientes marinas.  Definitivamente no soy un buen nadador, solo un novato con apenas dos kilómetros de recorrido en aguas abiertas mansas y menos de dos horas en snorkel.  A pesar de la cara de tristeza de mi pequeño Pedro, me quedé con el grupo que no pudo observar a tres tiburones, dos tortugas marinas, una mantarraya y miles de pescados multicolores.  Los que se lanzaron al agua retornaron muy felices pero algo asustados,  ¿les asustaron los tiburones?, preguntamos, "para nada", dijeron, "fue muy difícil nadar con las corrientes lanzándonos contra las rocas".  En fin, espero que la próxima vez, mis destrezas en el agua me den la suficiente seguridad para hacer snorkel en la 'corona del diablo' de la isla Floreana.


Salomé y Sofía en la mina de sal en Sta. Cruz


Para cerrar con broche de oro, el jueves por la mañana realizamos nuevamente snorkel en Sta. Cruz junto a muchos peces y una preciosa tortuga marina y por la tarde viajamos a la playa del 'garrapatero' donde nadé alrededor de un kilómetro en unas aguas mucho más agitadas que las de la playa mansa de Tortuga Bay.


Después de seis noches en el archipiélago retornamos a Quito, bien quemados (el sol estuvo fortísimo, sin una sola nube en el cielo en momento alguno), con algo de 'salpullido' pero muy contentos de haber visitado este patrimonio de la humanidad y, por el lado deportivo, de haber nadado por primera vez en aguas abiertas.

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2 comentarios:

  1. Excelente Rubi!!!!

    Que buena semana que has tenido, un maravilloso paseo acompañado de un gran debut en aguas abiertas, me alegro mucho, es un gran paso el que has dado.

    Ese Medio Ironman cada día toma mas forma.

    Sigue adelante...

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