9 de febrero de 2009

¿Señor, Doctor, Importa?


Artículo original:  Mister, Doctor, or Does it Matter? (Art Carden/Stepcase Lifehack)


Mi madre era secretaria en la iglesia Glennwood en Morris, Alabama por alrededor de ocho o nueve años.  Mis padres asistieron a Glennwood por un tiempo y el pastor (David Bays) es alguien a quien respeto y admiro mucho.  Inclusive cuando me mudé a San Luis, después de casarme, y después que Shannon y yo nos mudamos a Memphis, seguimos recibiendo el folleto de noticias de Glennwood. Disfrutaba estar informado de lo que pasa allí.  

Los folletos que llegaban a mi casa cambiaron sutilmente después de mi disertación en mayo, 2006.  "Sr. y Sra. William Arthur Carden" se convirtió en "Dr. y Sra. William Arthur Carden".  Con una marca registrada de orgullo materno, estoy seguro que mi madre cambio "Sr." por "Dr." en la lista de distribución de la iglesia.


Conseguir un PhD es un acontecimiento por el cual es correcto sentirse orgulloso; sin embargo, también provee, a muchos, una ocasión para engreimiento que bordea la arrogancia y la descortesía.  Pocos días antes de la navidad del 2007 hojeaba la copia del Birmingham News de mis familiares políticos cuando me topé con una carta enviada a la "Sta. Manners" de alguien que le enviaba una tarjeta de navidad a una prima con un PhD.  La tarjeta había sido dirigida a "Sr. ... " en lugar de "Dr. ...".  En lugar de responder con estilo, como uno esperaría de alguien con un doctorado, aparentemente respondió anotando el remitente como "Dr. ...", una copia del diploma y una nota diciendo que se acostumbra referirse a alguien de su estatura como "Dr. ..." o "Primer nombre ..., PhD."


Mi pensamiento: wow. Eso es algo muy inseguro.


Llamó mi atención porque admitiré que algunas veces me incomodo ser dirigido como "Sr. Carden" cuando me he ganado el derecho de ser llamado "Dr. Carden", presumiblemente.  Cuando me pongo arrogante al respecto, recuerdo a Michael Myers en una de sus películas de Austin Powers como el "Dr. Malvado", recuerda a la gente que el "no gastó cinco años en la escuela médica del Mal para ser llamado señor, muchas gracias."  Que gracioso.


El economista Tyler Cowen ha escrito al respecto de como, aparentemente, la gente que visiblemente se refiere a ella misma como "Dr." o "Nombre Apellido, PhD" es aquella con argumentos o reclamos de ser algo débiles y que necesita ser reforzada con un aire de autoridad.  Mientras admitiré que las calificaciones y afiliaciones son señales importantes–estoy más predispuesto a escuchar a un economista PhD de Harvard en una discusión sobre el salario mínimo que lo que estoy respecto a alguien que nunca ha estudiado economía pero que sin embargo mantiene una fuerte opinión sobre la materia–depender de la autoridad es la manera más débil de argumentación o evidencia.  Hay mucha gente inteligente diciendo cosas sin sentido.  No obstante, tienen credenciales para respaldarse.  A medida que la gente permanece en la escuela más tiempo y que sus expectativas de vida aumentan, las letras "PhD" tendrán de lejos menos señales de valor.


La dirección del premio Nobel del Dr. F.A. Hayek estaba titulada "la pretensión del conocimiento", y mientras buscaba reprender a aquellos que pensaban que la planeación central (o política macroeconómica coherente) era posible, ahora habla a aquellos que piensan que son algo cuando no lo son.  Solo porque tiene un PhD no significa que automáticamente ha ganado la gloria, el respeto y la aprobación.  Aunque se acostumbre (de forma acertada) que la gente se dirija a usted de forma apropiada o con deferencia en las áreas en la que es un experto, es grotescamente inmaduro insistir en ello.


¿Así que cuál es el mensaje para los nuevos PhD y aquellos que tienen doctorados?  Para los amigos y parientes, se acostumbra a referirse a alguien como "Doctor" en la comunicación formal.  Eso no le da a alguien el derecho de rasgarse las vestiduras si alguien olvida decirle "Doctor" o "PhD" o lo que sea.  Si tiene algo importante que decir, hágalo en base a sus méritos.  Si desea ser respetado y querido, sea respetable y adorable.  No dependa del hecho de haber gastado cinco, seis, siete o lo que sea de años moliéndose en la universidad para ganarse a los demás.

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