13 de febrero de 2023

CÓMO Y POR QUÉ CORRÍ UNA MEDIA MARATÓN EN ALEMANIA 2008


Viajar a la Drupa (Düsseldorf, Alemania), la mayor feria tecnológica del planeta en la industria de las artes gráficas, es uno de los sueños de los que estamos inmersos en este oficio y si además se logra combinar con otras aficiones resulta espectacular.

Mientras una gran mayoría de los asistentes de la feria aprovechaban las horas libres de feria para tomarse un tiempo de relajación y descanso, yo buscaba la manera de cumplir con las tablas de entrenamiento para mantenerme en forma y sin perder de vista el objetivo de hacer un ironman de 226 km.

Salía en las madrugadas a realizar mi entrenamiento por las calles de Köln, solía encontrarme en el lobby del hotel con los colegas que disfrutaban alargar la noche. Me pregunté si habría alguna carrera en la región, el fin de semana que tendría libre, en la que podría inscribirme.

Un simple 'click' en la computadora y averigüé que el fin de semana que estaría en Düsseldorf también se realizaría la 25a. edición de los 42,2 km de la maratón de Duisburg, una ciudad ubicada a menos de 30 km de la sede de la Drupa.  El domingo 1 de junio de 2008 podría estar en una competencia europea y aunque mi ciclo de entrenamiento apenas empezaba, intentaría inscribirme al menos en la carrera de 21,1 km.

Ya en Alemania descubrí que Duisburg estaba apenas a 20 minutos en tren desde Düsseldorf y que aceptaban inscripciones hasta la mañana del mismo día de la competencia.  Decidí esperar hasta el sábado para ir a inscribirme directamente en el lugar del evento.

En la mañana del sábado 30 de mayo de 2008 viajé a Duisburg. Al llegar al MSV Arena, el estadio de fútbol de la ciudad, me dirigieron al coliseo ubicado en la parte lateral donde se estaba desarrollando la feria de la maratón así como la inscripción.  Una amable dama alemana registró mis datos y recibió los 40 euros del cupo más 30 euros de garantía del 'champion chip' para el registro automático del tiempo cronometrado.  Con mucho entusiasmo la misma señora, al parecer era uno de los pocos sino el único sudamericano inscrito, preparó y me entregó la mochila del participante con los implementos, el número para colocar en la camiseta y el chip (o al menos eso creí).  

Después de recorrer la feria decidí regresar a Düsseldorf y desde ahí a mi hotel en Köln. Al disponerme a preparar mi equipo para la carrera y colocar el número en la camiseta y el chip en el zapato tuve la desagradable sorpresa de no encontrar ni el número ni el dispositivo para el cronometraje.  La anfitriona olvidó colocarlos en la mochila.  Algo preocupado pero con la esperanza de solucionar el problema en la mañana siguiente intenté descansar para levantarme muy temprano para estar en Duisburg antes de las 07h00 ya que la carrera empezaba a las 9h00.

Salí del hotel a las cuatro de la mañana. Como me esperaba, la frecuencia de trenes desde Köln hacia Düsseldorf era muy reducida comparada con la de los días laborables. Llegué al MSV Arena de Duisburg a las 07h30 y apenas 15 minutos más tarde ya tenía mi número y mi chip.

A las 8h45 partieron los maratonistas en patines, quienes cubren los 42,2 km en un escalofriante tiempo de 1h15. Los que participábamos en la media maratón salíamos 30 minutos antes que los maratonistas —de esta forma los organizadores alemanes logran que la gran mayoría de corredores de 21 km culminen la competencia antes de que lleguen los primeros maratonistas.

Tomé a esta carrera con un gran espíritu turístico. Quería divertirme y conocer la ciudad sin presionarme demasiado con la velocidad y el tiempo final.  Me uní a un grupo que llevaba un ritmo muy similar al mío.  El clima era estupendo y aunque salió el sol, el recorrido iba por calles llenas de árboles que nos protegían de sus rayos.

El apoyo de a gente fue impresionante.  Adultos, adolescentes y niños alentaban a todos los corredores y les entregaban agua, bebidas energizantes, plátano y vasos de gaseosa.  Cada 5 km se encontraba una banda de samba que animaba con fuertes sonidos de percusión. Esa era la razón por la que llamaban a esta competencia la Maratón de la Samba.

Al pasar los primeros 15 km (en alrededor de 1h18) me sentía bastante bien, por lo que apreté un poco los restantes 6,1 km. Al acercarme al estadio se encontraba una enorme pancarta que decía que faltaba apenas un kilómetro, suficiente motivación como para rematar con fuerza, ingresar al hermoso escenario deportivo y terminar la competencia en 01h49. 

Al pasar la meta me entregaron una bonita medalla, la camiseta diseñada para este evento y un enorme vaso de cerveza alemana. Una inolvidable experiencia, que los industriales gráficos amantes del atletismo podrían incluirla en sus viajes a la Drupa.




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