10 de febrero de 2023

CÓMO LOGRÉ ROMPER LA BARRERA DE CUATRO HORAS EN MI TERCERA MARATÓN, GUAYAQUIL 2008


Mi primera maratón la hice con un entrenamiento muy básico (con tablas de internet) y con cero experiencia en carreras de fondo. Mi tiempo en Miami 2005 fue de 4h35. La segunda fue en Guayaquil 2006 con 4h18.

Estaban muy frescos en mi memoria los últimos 10 km de la maratón en la perla del Pacífico. Ahí crucé la meta en calidad de zombie. Sufrí mucho más de lo que me había imaginado. La humedad y el calor me afectaron. 

Para esta tercera maratón entrenamos muy fuerte con la Flaca (que iba por su primera experiencia maratónica). Entre semana teníamos sesiones individualizadas, pero las 'largas' (entrenamientos de mayor kilometraje) de los fines de semana las hacíamos juntos. Procuramos cumplirlas bajo el sol quiteño (no en las madrugadas) para acostumbrarnos al calor del litoral. Ir a un ritmo muy muy lento (acompañando a Ximena) durante la mayor cantidad de tiempo posible me permitió fortalecer la resistencia aeróbica que necesitaba para enfrentar los 42 km de Guayaquil.

En la partida con Eduardo Naranjo, maratonista de Ruta 42, decidimos buscar un ritmo constante de 5'35"/Km desde el inicio, 7% más lento de nuestro ritmo de maratón esperado.  Nuestra  meta principal era correr esta maratón en menos de cuatro horas.

Nuestro sensei, Raúl Ricaurte, nos recomendó un ritmo de 5'15"/km para buscar un tiempo de 3h41, pero quisimos ser más conservadores por la humedad y por la alta temperatura del puerto principal. El último consejo de Raúl fue que nos aseguremos de tener suficiente memoria en los relojes y de ser necesario borrar registros.  Justo a tiempo, mi reloj estaba a punto de saturarse y en ese momento borré todos los registros anteriores. Para buscar controlar el ritmo, le había comentado a Eduardo, que pondría una alarma de tiempo cada 2'47" para que controlemos nuestros ritmos cada 500 m.  

Arrancó la carrera y después de 2'47" sonó la primera alarma, miré el dato de distancia y el resultado era cero metros  ¡No había activado el GPS! —a diferencia del Garmin 301, el 405 no se puede apagar y para ahorrar energía es recomendable tener desactivado el GPS y si olvidas ese detalle te topas con esta clase de sorpresas– así que recién en ese momento encendí el sistema de posicionamiento global.  Toda la planificación de registro y control en cada medio kilómetro se desarmaba.  Ya no sería posible la evaluación programada y deberíamos aplicar el plan B, las bandas impresas.

Hasta el kilómetro 15 nos mantuvimos al ritmo programado un pelotón de cinco ruteros:  Eduardo Naranjo, Pepito Orellana, Edgar García, José Luis (que corría su primera media maratón) y yo. En este punto Edgar y Pepe aceleraron el paso.  Eduardo y yo estábamos preparados para esa situación, así que no perdimos la calma y nos mantuvimos en nuestra velocidad inicial. 

Después del kilómetro 20, José Luis ingresó al estadio para culminar su competencia de 21 km y terminar su primera media maratón en 1:56:27 (recuerdo que mi primera media maratón fue en Guayaquil 2004 y crucé la meta en 2h18). Eduardo y yo pasamos la media maratón en 1:56:11 (5'30"/km), íbamos alrededor de dos minutos más rápido de la planeado (pero mi pulso se mantenía por debajo de 154 lpm). Esa diferencia de tiempo se mantuvo hasta cerca del kilómetro 30, a partir del cuál sentí que estábamos disminuyendo el paso y que mi ritmo cardíaco había subido a 158 lpm. 

Nos habíamos mentalizado para arribar en pelotón hasta el kilómetro 35 y ahí evaluar nuestras reservas antes de aplicar el ritmo para los últimos siete kilómetros. La llegada a este kilómetro (al 35), era en la subida a otro puente guayaquileño. Eduardo no trepó a la velocidad esperada, parecía que estaba tomando fuerzas, pero después de un par de cuadras me di cuenta que arribaríamos a la meta con tiempos diferentes. Llegó en 4h09.

Al pasar el km 36 nos metimos en una 'oreja' aburridísima de cerca de tres kilómetros (1,5 Km de ida y 1,5 Km de vuelta).  Ahí estaban personas de Ruta 42 quienes se habían ubicado estratégicamente para apoyarnos.  Me mojaron la cabeza y me alentaron a la ida y al regreso de esta oreja. Ví que por el otro lado de la acera ya estaban saliendo de este tramo Ceci Vivas, Pepito Orellana y Edgar García.  Me sacaban un par de minutos de ventaja.


Al salir de la oreja saludé con mis compañero que en ese momento ingresaban a esta parte del circuito:  con Eduardo Naranjo, con Vanessa Trujillo que se veía muy fuerte y con la Flaca que iba muy bien, parecía que acababa de iniciar el calentamiento.  Al salir nuevamente a la Av. Francisco de Orellana faltaban un poco menos de tres kilómetros, pero al revisar mi reloj me entró la desesperación ya que si no apretaba el paso corría el riesgo de no bajar de las cuatro horas. 

Decidí echar toda la leña al asador. Me sentí con suficiente energía como para apretar el ritmo. Pasé a Felipe que estaba cargando baterías y a Edgar que había disminuido considerablemente su velocidad. Pepito estaba todavía muy lejos y Ceci desapareció de mi radar.  Al pasar el kilómetro 41 escuché la alarma del reloj y observé que el cronómetro se había detenido (es decir el tiempo de 3h56 que programé en el reloj se había cumplido: 5'35" x 42,2 Km) ¡¡¡Pánico!!!  tenía menos de cuatro minutos para llegar a la meta.

Aumenté mi velocidad (el ritmo cardíaco ya había pasado de los 180 lpm) con el teleobjetivo apuntando al doctor traumatólogo Pepe Orellana, que ya no estaba tan lejos. Ingresamos a los predios del Estadio Modelo de Guayaquil y al pisar la pista observé que mi 'conejo' (Pepito Orellana) estaba a unos 100 metros. Hice el último pique. El sprint de mi vida. En la foto se grafica todo ese esfuerzo. Faltando unos 40 metros para la meta logré pasarle.  Estaba 'muerto' pero conseguí preguntar a mi amigo cual fue su registro, me dijo que 3h59.  Mi tiempo fue de 3:58:46.

Como de costumbre mi aspecto demostraba exactamente lo que sentía, agotamiento total. Me dirigieron a la zona de Ruta 42 en donde había un metro cuadrado de hielo. Me senté ahí con dificultad, mi cuerpo agradeció pero mis pantorrillas se acalambraron de manera instantánea. Sabía que Ximena estaba por llegar en su primera maratón y que debía estar con la mejor pinta posible para recibirle, pero al mínimo movimiento las pantorrillas (si ambas) bien 'enfriaditas' se acalambraban. Me resultaba imposible levantarme.  ¡Ya llega Ximena!, escuchaba y yo, bien gracias, sentadito en pleno proceso de congelación. 

Cumplimos los dos objetivos: La Flaca hizo una gran primera maratón y yo logré romper esa enorme barrera que era para mi bajar de las cuatro horas. Esta fue la primera condición que me había impuesto para empezar a armar el proyecto IRONMAN 2010: 3.8 km en el mar, 180 km en bicicleta y 42.2 km de la maratón, en menos de 17 horas.

"El dolor es pasajero. El orgullo es para siempre"

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