14 de febrero de 2023

CÓMO EMPECÉ MI AVENTURA EN EL AGUA SIN SABER NADAR

En el año 2006, en mi afán de prepararme para mi gran objetivo, decidí aprender a nadar porque con las justas lograba cubrir un ancho de la piscina muerto del cansancio. Si quería hacer un IronMan de 226 km, debía cubrir 3.8 km en el mar abierto. Ya había corrido dos maratones y era el momento de seguir con el siguiente punto del plan: la natación. 

El olor a cloro me traía horribles recuerdos de las jornadas en la piscina de Chimbacalle. En el colegio no recibíamos clases de natación, sin embargo los profesores de educación física, con increíble irresponsabilidad, asomaban de la nada para informarnos que el examen final para pasar de curso sería de saltos desde la plataforma de tres metros. Con amenaza de por medio, nos indicaban que de no lanzarnos, aunque no sepamos nadar, nos suspenderían.

Uno terminaba lanzándose para encontrarse con el agua con terrible planchazo. No sé como, pero luego salíamos pataleando desesperados buscando el filo de la piscina para expulsar toda el agua tragada. Debía superar este trauma si quería competir en un triatlón.

Me inscribí en un curso para niños. Los primeros días me fueron muy mal. Sentía la frustración del instructor, quien no podía comprender por qué no lograba que mis piernas flotaran ni con tres pullboys (pequeñas boyas que se colocan entre las piernas). Mi proceso de capacitación fue muy, pero muy lento.

Pasé muchas semanas 'haciendo burbujitas': tomando aire fuera del agua y botándolo debajo del agua haciendo las burbujitas, actividad básica para controlar la respiración mientras nadas. Cuando me tocaba el ejercicio de tomar una tabla para desplazarme, solo con la patada en el agua, no avanzaba una sola baldosa, algunas veces pensé que hasta retrocedía. El resto parecía que tenían motor en sus pies, se movían con mucha naturalidad. Me costó muchas semanas lograr cubrir mi primer largo de 25 metros solo con la patada.

Recuerdo la primera 'competencia' entre los que estábamos en la piscina. Una señora que fácil le calculaba unos diez años mayor a mi y que también estaba aprendiendo a nadar, me dijo con absoluta seriedad al terminar la prueba: "menos mal que estaba usted, caso contrario quedaba última". Después de meses de entrenamiento aprendí los cuatro estilos básicos. No tuve oportunidad de pedirle a la señora la revancha.  

Por problemas administrativos en la piscina donde entrenaba tuve que cambiarme a otra y practicar solo, sin instructor.  Me dediqué simplemente a nadar con el estilo de los triatletas de largas distancias: estilo libre, respirando a un solo lado. A pesar de ganar confianza y que lograba ir y volver sin problemas y con estilo, era muy lento. Necesitaba mejorar la velocidad.

Inicié el entrenamiento individual en base del libro SWIM WORKOUTS FOR TRIATHLETS (Gale Bernhardt & Nick Hansen). Está por demás contarles que en la prueba que uno debe realizar para establecer cual es el nivel que se tiene, no alcancé los estándares mínimos del libro. Mi velocidad no aparecía ni en las tablas para aprendices de novatos. Así que debí hacer grandes prorrateos en las tablas para poder seguir este manual.

En la reseña promocional de esta obra se lee: "Los triatletas que tienen la esperanza de mejorar en natación con frecuencia mezclan y acoplan entrenamientos y segmentos de entrenamientos sin alguna meta en particular.  Los entrenamientos de esta obra proveen un programa manual, compacto e inspirador.  Escrito por un entrenador élite de ciclismo y natación  y un ex-entrenador del equipo nacional de natación de EEUU, el libro comprime siete categorías de entrenamiento:  velocidad de resistencia anaeróbica, forma/estilo de resistencia anaeróbica, velocidad de fuerza, forma/estilo de fuerza, velocidad de resistencia muscular, forma/estilo de resistencia muscular y distancia de resistencia muscular.  La variedad de entrenamientos incluida y su facilidad para mantener el proceso engranado permite a los usuarios conseguir con más facilidad esas evasivas metas de natación ..."

Tres veces por semana seguí las tablas de este libro, combinando con los entrenamientos para maratón. La bicicleta la adquiriría siempre y cuando mi tiempo en los 42,2 km sea inferior a las cuatro horas, lo que logré en octubre del 2008.



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