A las tres de la mañana del domingo 6 de noviembre de 2010 (10 de la mañana en Francia) llamé a Sofía para saludarle y contarle que en ese instante estaba preparándome para salir a la competencia. Me envió sus mejores deseos y me dijo que estaba lista para seguirme en vivo a través del internet. Comí una barra de granola, tomé un poco de agua y desperté a mi gente. A las 4h30 iríamos al parqueadero asignado para de ahí dirigirnos en bus al sitio de la competencia.
En un ambiente bastante frío nos dirigimos al sitio de las transiciones a dejar las últimas cosas (como mis zapatos para la bici). Alrededor de las 6h30, nos dirigimos a la playa. Era la primera vez que veíamos el sitio donde nadaríamos los 3,8 Km.
Foto de CycleAndStyle.com
Siguiendo los consejos de algunos competidores voy puesto un par de medias para protegerme en algo del piso frío de la playa. La temperatura del agua, para mi sorpresa, estaba muy agradable. Eramos cerca de 3 000 personas ansiosas por empezar la jornada a las 7h00, pero 10' antes de esa hora partieron los profesionales.
A las siete en punto sonó el cañonazo y nos lanzamos al mar. Ingresé con el grupo puntero esperando ubicarme con algún grupo que tenga mi ritmo de nado.
Foto de Salomé Torres
Estaba rodeado por todos los lados. Avanzaba y paraba. Recibí una patada de uno de los nadadores que estaba delante. Respiré y empece a nadar a un ritmo relajado.
Mientras nadaba reflexionaba sobre el momento que estaba viviendo, aquel que tanta impresión me había causado cuando escuché por primera vez de esta clase de competencia ... ¡¡3 800 m en el mar!!
Nadaba en medio de miles de triatletas que esperan cubrir en el transcurso de las próximas horas nada más y nada menos que 226 Km. Estaba muy seguro de mi entrenamiento en el agua y avanzaba a buen ritmo, hasta que llegamos a la boya roja que marcaba el cambio de dirección a 90 grados, pero se produjo un tremendo cuello de botella que me obligo a abrirme para no quedarme flotando en espera de conseguir algún espacio para pasar.
Después de esta boya el grupo se empezó a dispersar y simplemente me ví solo. Nadaba en línea paralela a la playa rumbo a la boya que señalaba el cambio de rumbo para retornar a la playa. En este punto me sentí desorientado, el sol me encandilaba y no podía ver con claridad la siguiente boya de referencia. Continué nadando hasta conseguir una mejor visibilidad, pero descubrí que estaba muy abierto del recorrido óptimo. No estaba muy seguro de si la boya que observaba era la de la línea de salida o la de entrada, así que decidí ir en diagonal hacia la boya más lejana que se veía más cerca de la playa.
Los primeros 1 900 metros cronometré menos de 50' aunque había previsto que podría hacerlos en menos de 45'. Corrí por la zona establecida y volví a ingresar al mar. No podía cometer el mismo error porque ya no había esa enorme masa de gente, pero después de pasar por la boya roja me vi en una situación parecida o peor que en la misma vuelta. Veía las boyas amarillas lejísimas, no sabía si eran las de salida o las de entrada. La zona de llegada en la playa apenas era un lejano punto y empezó a rondar en mi cabeza la posibilidad de no lograr el corte, de no salir en las 2h20 que permite al triatleta continuar con la competencia.
Si seguía intentando acercarme a la línea de las boyas iba a perder más tiempo, por lo que tomé la decisión de dirigirme a la playa con toda la energía que tenía. Cada cierto tiempo verificaba mi posición y seguía con fuerza para salir del mar lo antes posible. Cuando vi en mi reloj 1h45 hice el remate de mi vida. Llegué a la playa a unos 50 metros de la zona de la competencia. Esta segunda vuelta me tomó más de una hora. Salí del agua en 1:51:31, en el puesto 2 316.Al entrar en la carpa de transición estaba agotado. No podía ponerme ni el caso ni los guantes ni la banda del pulsómetro. Demoré más de 15' ... empecé el ciclismo cerca de las 9h10, 40' después de lo que había planificado.
Cartel preparado por Salomé
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