11 de junio de 2010

Trabajo Por Hora Vs. Trabajo Vital


Artículo original:  Hourly work vs. linchpin work (Seth Godin)

Existe un abismo entre el trabajo por horas y el trabajo vital.

Debería pagar a la gente por horas cuando existan sustitutos disponibles.  Cuando depende de 'freelancers' puede colocar un valor en su tiempo basado en lo que el mercado está pagando.  Si existen seis podólogos en el pueblo, y todos pueden sanar sus pies, la tasa está basada en su tiempo y esfuerzo, no en el uso de por vida de sus pies.

Por otro lado, si no hay sustitutos de corto plazo, no paga lo que el mercado dice, sino lo que la persona vale. Gran diferencia.

Considere, por ejemplo, alguien preparando una serie de conciertos para los cuales intenta vender suscripciones e inclusive hacer que los músicos vendan boletos.

Podría buscar muy buenos músicos e imaginar que pagarles $500 o más por hora sea una muy justa compensación.  Después de todo, eso es más de lo que un podólogo consigue por el cuidado de sus pies.

Pero cuando encuentra alguien vital, alguien al que le resulta fácil fácil vender las suscripciones o que traerá una audiencia con él, la pregunta no es ¿cuánto tiempo le tomó que se organicen los músicos?, la pregunta es ¿qué es lo que trajo en términos de valor, verdad?  Una persona indispensable, es alguien con un raro activo, tiene pocos sustitutos y pagarle por horas no tiene sentido.

Así, si un músico va a vender 300 suscripciones y usted gana $200 por cada suscripción por ese esfuerzo, esa persona le ha dado un valor agregado de $60 000.  ¿A quién le importa si lo hizo en un minuto?  Lo que se discute es quien se lleva la porción del valor añadido ...

Tuve un profesor en la universidad que hacía consultoría en ingeniería.  Un nueva torre de oficinas en Boston tenía un problema serio -- había una mancha café  que venía por la panelería de yeso (por toda la panelería), sin importar cuanto quita manchas usaran.  Si tenían que reparar toda la panelería, era un desastre multimillonario.  Habían agotado todas las posibilidades y estaban a un día de rendirse y aceptar la pérdida.  Contrataron a Henry como un último esfuerzo para resolver el problema.  Miró las paredes y dijo, "creo que tengo la solución, pero les costará $45 000 si tengo éxito".  Aceptaron de forma instantánea, porque si funcionaba, el proyecto sería salvado.

Henry pidió un lápiz y una hoja de papel y escribió en ella el nombre de un químico de una conocida ferretería y la entregó a ellos.  "Esto servirá".  Y les facturó $45 000.

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