7 de agosto de 2010

Entrenando En La Playa De Los Frailes, Manabí


Esta semana de vacaciones fue algo irregular en lo que se refiere al seguimiento de la tabla de entrenamiento.  No era una decisión muy práctica llevar a la playa (además de toda la logística familiar) la bicicleta para menos de dos horas de rodamiento, por lo que realicé una pequeña adaptación al plan de trabajo.

Dentro de las múltiples actividades familiares coloqué tres sesiones de atletismo (alrededor de cuatro horas) y una, la más importante, de natación en aguas abiertas en el mar (cerca de dos horas).

Los dos entrenamientos aeróbicos para el maratón (con inclusión de los 'piques' en Z4) los realicé acompañado de la flaca y Salomé a lo largo de la carretera Calceta - Junín - Pueblo Nuevo.  Fueron dos jornadas de alrededor de 15 Km a ritmo moderado y en un clima muy agradable.  Noté qué mi baja tolerancia a la humedad ha mejorado. En ambos días corrí con comodidad y transpiración normal (a diferencia de anteriores experiencias, como mi segundo maratón en Guayaquil 2006, donde antes de arrancar ya estaba 'empapado en sudor').


La jornada que más esperaba era la del miércoles. Habíamos programado visitar en el Parque Nacional Machalilla, la hermosa playa de Los Frailes.  Aquí realizaría mi entrenamiento de aguas abiertas.  La competencia de noviembre es en el mar del Golfo de México (un circuito de 3,8 Km de dos vueltas) y era una gran oportunidad para entrenar en un ambiente algo parecido.


No sabía las distancias, pero me puse como meta ir en un trayecto paralelo a la playa del un extremo de la ensenada al otro (según Google Earth en línea recta les separa alrededor de 1 130 m) –repetiría este circuito dos veces.  Me coloqué el 'wetsuit' y por seguridad usé aletas.  Cada tres brazadas levanté ligeramente la cabeza hacia adelante para controlar el rumbo.  El mar es muy diferente al lago ... había ocasiones en que la brazada la daba en el aire por que la turbulencia existente me subía y me bajaba.  Sentía 'chirlazos' en ambos lados de la cara, pero después de poco tiempo conseguí entrar en ritmo y llegar al primer objetivo.  Media vuelta y a nadar al otro extremo.  


Como respiro cada dos brazadas, ya no podía observar el paisaje del parque sino únicamente mar y cielo (aunque al levantar la cabeza para verificar mi rumbo podía usar la vista periférica para observarlo).  La playa aparecía y desaparecía porque el movimiento del agua levantaba olas que ocultaban el punto de mi partida.  Entré otra vez en ritmo y conseguí llegar al segundo objetivo en alrededor de 45'.  Realizé una segunda vuelta y retorné a la playa (después de 1h40), donde me recibieron con caras de preocupación porque durante todo ese tiempo no habían logrado ubicarme donde estaba nadando.


Les conté muy emocionado mi experiencia (pero en ese momento no sentí mucha adhesión a mi 'hazaña. Parece que en efecto estuvieron muy preocupados) y me cambié para trotar junto a la atleta cumpleañera Salomé (16). Después de una hora había culminado una de las más espectaculares jornadas de entrenamiento de mi vida.  Había nadado más de cuatro kilómetros en un mar que era todo, menos calmado.


En tres días recorrimos la provincia de Manabí de oriente a occidente y de norte al sur. Degustamos de la deliciosa comida costeña (y de los riquísimos dulces de Calceta), y casi todas las noches fuimos al pasatiempo favorito de la casa ... el cine (Eclipse, Aprendiz de brujo y Mi villano favorito).  Unas vacaciones cortas pero muy intensas.

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