12 de enero de 2010

Efectos de las Redes

Como una nueva tecnología de comunicaciones (el telégrafo) perturbó la industria de los periódicos de EEUU en 1845


Artículo original: Network effects (The Economist)


El cambio está en el aire. Una nueva tecnología de comunicaciones amenaza con un dramático trastorno en la industria de los periódicos de EEUU, anulando al status quo y perturbando el modelo de negocios que ha servido a la industria por años. Esta "gran revolución", advierte un editor, significará que algunas publicaciones "deberán someterse al destino y dejar de existir". Con tantos periódicos estadounidenses declarándose en banca rota en los meses pasados y sus lectores y anunciantes atraídos por alternativas más baratas en el Internet, esta predicción fatalista suena familiar. Pero fue un hecho de mayo de 1845, cuando la revolucionaria tecnología de esos tiempos no era el Internet –sino el telégrafo eléctrico.


Solo un año atrás, en mayo de 1844, Samuel Morse había conectado Washington-DC y Baltimore por cable y enviado el primer mensaje oficial, en puntos y rayas: "LO QUE HACE DIOS". El segundo mensaje enviado fue de mayor valor práctico, sin embargo: "TIENE ALGUNA NOTICIA". (No había signo de interrogación en el alfabeto Morse original). Como una red de cables distribuida por todo el país, referida como "la gran autopista del pensamiento" por un observador contemporáneo, era obvio que esta tecnología nueva iba a tener un gran impacto en la industria de los periódicos. ¿Pero el telégrafo sería amigo o enemigo?


James Gordon Bennett, editor del New York Herald y autor de la pesimista predicción de mayo de 1845 concluía que el telégrafo pondría a muchos periódicos fuera del negocio. "Respecto de la prensa de los periódicos, experimentará a un grado, que debe en muchos casos ser fatal, los efectos del modo de transmisión", escribió. Trató el mismo tema en otro editorial en julio. "Todos esos periódicos que sirven apenas como vehículos de inteligencia serán destruidos", declaró. "El periodismo de tijeras y pegamento del país será aniquilado".


El telégrafo puso un reto a los grandes periódicos que controlaban las noticias. En los inicios de los años 1800 los periódicos eran asombrosamente lentos. Recibían las noticias por correo, algunas como reportes de corresponsales que copiaban historias viejas de otros periódicos como un sistema de intercambio. The Weekly Herald, recordando los años 1820, anotó que "los periódicos de ese día se basaban en sus intercambios de noticias, y, por supuesto, la inteligencia que entregaban a sus lectores era magra, pasada e insatisfactoria". Las noticias del extranjero, si existían, tenían semanas de vejez. Algunos periódicos locales hasta cambiaron los horarios de publicación para adaptarse a la vida social del editor.


Los más ávidos colectores de noticias eran los hombres de negocios, algunos de los cuales actuaban como corresponsales para los periódicos. Pero los mercaderes que no revisaban las noticias de esta manera ya los usaban y guardaban cualquier cosa que era comercialmente valiosa para ellos. Algunos mercaderes intercambiaban información con otros en clubes especiales, llamados salas de noticias, en los cuales los artículos de interés (el arribo de naves particulares o reportes de abordo) eran guardados en libros que se compartían para ser revisados solo por suscriptores que pagaban. Los periodistas algunas veces frecuentaban esas salas para recoger historias. Pero rara vez buscaban noticias por sí mismos.


Las cosas empezaron a cambiar a finales de los años 1820, cuando dos periódicos de New York, The Journal of Commerce y The Courier and Enquirer, empezaron a competir por los lectores de negocios. Ambos empezaron a usar el sistema de correo a caballo para entregar noticias de otras ciudades, y botes rápidos para encontrarse con los buques que llegaban y conseguir noticias del extranjero unas horas antes. En los años 1830 la competencia se intensificó con el establecimientos de los periódicos "penny press", que eran más baratos que los otros de negocios y que llegaban a audiencias más amplias. Benett, el fundador del New York Herald, acordó pagar a una de sus fuentes $500 por cada hora que gane a los otros periódicos al conseguir noticias de Europa.


El uso de artimañas que envuelvan a botes rápidos, palomas mensajeras, trenes expresos e inclusive sistemas de semáforos significó que los periódicos, no los hombres de negocios, empezaran a ser los primeros. Los editores alardeaban sobre la puntualidad de sus noticias y de como habían vencido a la competencia. Cuando el Journal of Commerce llegó a Boston por correo, los comerciantes se peleaban por verlo: un testigo reportó que había visto "multitudes codeándose por ingresar a la fila que repartía el periódico". Los periódicos estaban democratizando la información. Benett declaró una vez que "los especuladores no deberían aprovecharse de la ventaja de tener las noticias antes que los demás".


El telégrafo, parecía, pondría fin a esta rivalidad. Las noticias crudas y la información del mercado ahora llegarían primero a la oficina del telégrafo, los periódicos, junto con los comerciantes y todos los demás, tendrían que hacer cola. Las empresas de telegrafía establecerían un nuevo monopolio sobre la distribución de las noticias, y venderían el acceso temprano a éstas al mejor postor. Los periódicos serían incapaces de competir. La circulación declinaría y los anunciantes volarían. La democratización de las noticias se perdería.


Sin embargo, había esperanza. Bennett creyó que unos pocos periódicos que entregaban análisis y comentarios (incluido el Herald) sobrevivirían. "El telégrafo no puede afectar a la literatura de las revistas, ni a aquellos periódicos que tienen alguna peculiaridad característica", predijo. Pero advirtió que los "periódicos simples", que simplemente reportaban las noticias, morirían. No era el único con este punto de vista. La Alexandria Gazette opinó que el telégrafo de ahora en adelante entregaría las noticias crudas, dejando a los periódicos para "examinar las causas, seguir los efectos, resaltar los juicios y dirigir las reflexiones de los hombres". Parecía que la única manera para sobrevivir era ofrecer análisis y opinión, o enfocarse en eventos puntuales, demasiados obscuros para que ameriten la cobertura por parte de los servicios telegráficos de noticias. Un redimensionamiento de toda la industria parecía eminente.


Después de todo no eran tan malas noticias


El telégrafo ciertamente redimensionó la industria de los periódicos, pero no de la manera que Benett y otros predijeron. Aunque los cables telegráficos podían distribuir las noticias más rápido que nunca, tenían un problema de "última milla": no podían diseminarlas rápidamente a miles de personas. Solamente los periódicos impresos podían hacerlo. Lejos de sacar del negocio a los periódicos, el telégrafo en realidad los volvió más atractivos e incrementó sus ventas.


Fue la primera vez que fue posible leer noticias actualizadas de negocios y política dentro de unas horas de ocurridas. "Vivimos en un período de transición de la sociedad", declaró el New York Herald el 7 de mayo de 1846. "En los periódicos de ayer publicamos lo que sucedía el día anterior en el Congreso, al igual que los periódicos de la misma ciudad de Washington". Para historias de movimiento más rápido, los periódicos imprimirían ediciones extras con actualizaciones realizadas por telégrafo.


Las predicciones de que los periódicos de ahora en adelante favorecerían el análisis y la opinión sobre las noticias dejaron las cosas al revés. Por el contrario, el balance fue hacia las últimas noticias. En 1851 Horace Greeley, el editor del New York Tribune, dijo a un comité parlamentario británico que "las noticias más rápidas son las que uno miró". Significa, le preguntaron que ¿el artículo principal ya no tiene la misma influencia que tenía en Inglaterra? No, dijo Greely. "El despacho telegráfico es el gran punto".


Cuando el primer enlace telegráfico trasatlántico fue establecido en 1858, uno de los primeros mensajes enviados desde EEUU fue "DENNOS ALGUNAS NOTICIAS PARA NEW YORK, ESTÁN DESESPERADOS POR NOTICIAS." Mientras más rápido se enviaban las noticias y más lejanas fueran, mejor. "Para la prensa el telégrafo eléctrico es un invento de inmenso valor", observó un periodista en 1868. "Le da la noticia antes que las circunstancias tengan tiempo de cambiarla. La prensa puede procesarla fresca antes que el lector como un filete caliente de la parrilla, en lugar de enfriarlo y que pierde sabor debido a una jornada lenta desde una lejana cocina".


Pero algunos que sintieron la obsesión de la velocidad fueron demasiado lejos; hubo preocupación acerca de que la frescura de las noticias, con frecuencia de la lejanía, tuvieran precedencia sobre la relevancia. El Alpena Echo, un periódico pequeño de Michigan, cortó su servicio de telégrafo porque "no se podía decir porque la compañía de telégrafo enviaba un enorme flujo de información de una inundación en Shanghai, una masacre en Calculta, una pelea de marinos en Bombay, heladas en Siberia, un banquete misionero en Madagascar, el precio del cuero de canguro en Borneo y muchas otras noticias de los Archipiélagos –y ni una sola línea del incendio en Muskegon."


Escribiendo en el Atlantic Monthly en 1891, W.J. Stillman, un periodista y crítico, despreció los efectos del telégrafo en su profesión. "EEUU en efecto ha transformado el periodismo de lo que era, la expresión periódica del pensamiento del tiempo, la oportuna grabación de las preguntas y respuestas de la vida contemporánea, en una agencia de recolección, condensación y asimilación de trivialidades de toda la existencia humana", se quejó. "El apuro frenético con el que procesamos todo lo que tomamos, secundado con el ansioso deseo del periodista de no quedarse detrás de la competencia, quita deliberación al juicio y suena como digestión de nuestras constituciones mentales. No tenemos tiempo para ir debajo de la superficie, y como una cosa general sin disposición".


¿Y el miedo de que las compañías telegráficas establecieran un monopolio de noticias? También se probó que esto no tenía fundamento: hubo uno o dos intentos de compañías telegráficas para dar servicios de noticias, pero los operadores de telégrafos estaban en una operación diferente a la de recolección de noticias. En lugar de eso, los mismos periódicos tomaron el control del despacho de noticias a través de los cables, con la formación de la agencia AP (Associated Press). Creció un esquema, establecido en 1846, para compartir los costos de reportaje sobre la guerra mexicana entre algunos periódicos de New York. Esos periódicos también acordaron cooperar en la recolección de noticias de los barcos que llegaban, para reducir costos. Todos esto tenía el efecto de reducir el grado de competición entre los periódicos.


Al mismo tiempo, la distribución de noticias mediante el telégrafo y la necesidad de reportes podía ser compartida e impresa en cualquier periódico, sin importar su posición política, dando nacimiento a un nuevo estilo de escritura: breve, directo y en tono neutral (o lo que ahora se llama "telegráfico"). El alto costo de enviar telegramas, al menos en los primeros días de la tecnología, promovió prosas más simples y austeras. Los puntos principales de las noticias eran resumidos, seguidos de capas de detalles adicionales, en orden descendente de importancia, en forma de "pirámide invertida". Si los reportes de cable eran en realidad más verdaderos que neutrales todavía es materia de debate académico, pero daban la semblanza de neutralidad. En mediados del siglo 19, los periódicos de EEUU eran, en todo caso, buscaban ser menos políticos, para atraer más lectores, en lugar de solo aquellos de una persuasión política particular.


Este nuevo estilo de escritura telegráfica también influyó en el discurso público: los sonidos cortos se convirtieron en populares debido a que fueron más fáciles para la transcripción de los taquígrafos, más barato y rápido de transmitir para los reporteros. Horatio Seymour, gobernador de New York y candidato demócrata para la presidencia de 1868 dijo que el arte de la reportería había matado al arte de la oratoria. "Y tenemos que estar de acuerdo que al menos modificó mucho el estilo del discurso público", anotó el New York Times en 1901, en un artículo que trataba sobre como el periodismo había cambiado al siglo pasado.


¿Y fin de la especulación?


Además, la llegada del telégrafo alejó mucha de la especulación que anteriormente había en los periódicos estadounidenses. La transición no siempre fue suave. La declaración de Guerra a México del presidente James Polk, informada "por telégrafo eléctrico", apareció en la portada del New York Herald el 12 de mayo de 1846, por ejemplo. Pero en la siguiente página estaba una carta desde Washington, que se adelantaba a los eventos, especulando sobre lo que podría hacer el presidente. En la edición del 7 de junio, un reporte telegráfico contó la victoria estadounidense en Matamoros, pero en el mismo número hubo reportes rumiando la difícil posición estadounidense en la batalla.


El telégrafo "puede ayudar a la especulación en aspectos comerciales, pero interferirá con frecuencia con las especulaciones de los periódicos", observó el Public Ledger en 1858. "Esto causó contacto, diario, con hechos, y molestará a las grandes ilusiones, y dará preeminencia a lo factual sobre lo imaginario". La especulación sobre el curso de la segunda guerra del opio entre Gran Bretaña y China, basada en reportes con varios meses de atraso, resultó obsoleta de la noche a la mañana debido a que el cable trasatlántico, había dado la noticia de que la guerra había terminado. "Algunos de los comentarios, comparados con los hechos actuales, se encontraron no tan sagaces como se suponía que eran". Esto haría, dijo el Public Ledger, que el periodismo "sea más precavido en sus comentarios sobre los eventos públicos del extranjero".


Los políticos tenían también que cuidarse ya que sus palabras eran circuladas por el telégrafo. Los comentarios muy a la ligera no podían ser negados y ya no podrían alterar sus discursos para el consumo local. "Por el poder del telégrafo ... las palabras públicas de los hombres públicos en las secciones más lejanas de la Unión eran ... sujetas de críticas de los grandes centros poblados y políticos en todos sus detalles", anotó el New York Times en septiembre de 1859. "El telégrafo le da al orador del lejano oriente u occidente una audiencia tan grande como la Unión. Está hablando a todo EEUU ... de forma inmediata, y literalmente con el énfasis de un relámpago".


¿Cuáles son las lecciones que dejó el telégrafo a los periódicos que ahora forcejean con el Internet? El telégrafo fue visto al inicio como una amenaza para los periódicos, pero se convirtió en una ventaja. "El telégrafo ayudó a contribuir al surgimiento del periódico moderno", dijo Ford Risley, cabeza del departamento de periodismo de la Penn State University. "La gente empezó a esperar las últimas noticias y un periódico no podía tener éxito sin no estaba a tiempo".


Ahora, los periódicos están haciendo lo mejor para actuar con el Internet. Lanzaron ediciones online, hicieron blogs y propician el diálogo con los lectores. Como el telégrafo, el Internet cambió el estilo de los reportajes y obligó a los periódicos a ser más rápidos y precisos, y a los políticos a ser más consistentes. Otra vez hay una conversación de que las noticias deben enmarcarse en el análisis y la opinión o en área más estrecha. Y otra vez hay predicciones sobre la muerte de los periódicos, con manuscritos sobre las implicaciones para la democracia si pocas publicaciones existen para desafiar a aquella autoridad o exponiéndola en lo que hacen mal.


El Internet puede matar periódicos; pero no es claro si eso importa. Para la sociedad, lo que importa es que la gente tenga acceso a las noticias, no que puedan ser distribuidas a través de un medio en particular. El telégrafo aceleró la diseminación de las noticias. Igual que el Internet. Aquellos que están en el negocio de las noticias usan la nueva tecnología en todas las etapas desde la recolección de las noticias hasta su distribución. Un movimiento hacia la distribución electrónica – a través de las PCs, teléfonos móviles y lectores electrónicos – empezó. Solo parece probable que se acelere.


El problema es que nadie sabe como hacer dinero en el nuevo ambiente. Eso levanta preguntas sobre cuántas noticias deben reunirse. Pero no existe señal de una baja demanda de las noticias y la tecnología recortó los costos de su recolección y distribución, así que solo puede crecer. El Internet está sacudiendo al negocio de las noticias, como lo hizo el telégrafo; de la misma forma, la humanidad estará mejor informada que antes. Si las ediciones en papel mueren, la predicción de Bennett de que la tecnología de las comunicaciones será la muerte de los periódicos será tardíamente probada. Pero no es lo mismo que la muerte de las noticias.

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