29 de enero de 2010

Actuando Sin Contradicción O Silenciando A Nuestro Cerebro De Lagartija

Artículo original: Quieting the lizard brain (Seth Godin)


¿Cómo explicar la interminable irracionalidad del comportamiento humano?


Decimos que queremos una cosa y hacemos otra. Decimos que queremos tener éxito y saboteamos nuestro propio trabajo. Decimos que queremos sacar un producto al mercado pero boicoteamos la fecha de embarque. Decimos que queremos ser delgados pero comemos demasiado. Decimos que queremos ser más listos pero no asistimos a clases o no leemos el libro que nos prestó nuestro jefe.


Nunca terminan las contradicciones. Cuando alguien aparece y actúa sin contradicciones, nos sorprendemos. Cuando un atleta solo realiza deporte o cuando un escritor solo escribe palabras, miramos atónitos por la pureza de sus acciones. ¿Porqué es tan difícil hacer lo que decimos que vamos a hacer?


El cerebro de lagartija.


O como Steven Pressfield lo describe, la resistencia. La resistencia es la voz detrás de nuestra cabeza que nos dice que retrocedamos, seamos cuidadosos, vayamos lento, transemos. La resistencia es el bloqueo del escritor y el nerviosismo y todo proyecto que se entrega tarde porque la gente no pudo permanecer en la misma página el tiempo suficiente para conseguir algo.


La resistencia se fortalece a medida que se acerca el momento del embarque, cuando nos acercamos a comprender bien algo, cuando nos acercamos a la verdad de lo que realmente queremos. Eso es porque la lagartija odia el cambio, el logro y el riesgo.


La lagartija es una parte física de nuestro cerebro. Es el bulto prehistórico cerca al tronco del encéfalo que es responsable del miedo, la ira y el comportamiento reproductivo. ¿Porqué cruzó la carretera la gallina? Porque el cerebro de lagartija le dijo.


¿Quiere saber porqué muchas compañías no puede estar al nivel de Apple? Se debe a que negocian, tienen reuniones, trabajan para adaptarse, temen las críticas y generalmente buscan apaciguar al cerebro de lagartija. Lanzamientos tardíos, productos a mitad del camino y la racionalización que va con ellos son otras razones.


La amígdala no se va a ir. Su cerebro de lagartija está ahí para quedarse y su trabajo es descubrir como desconectarlo o ignorarlo.

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