Una de las grandes fuentes de infelicidad, en mi experiencia, es la dificultad que tenemos para aceptar las cosas como son.
Sin juicio, sin desear lo contrario.
Cuando vemos algo que no nos gusta, deseamos que fuera diferente –lloramos por algo mejor. Puede ser la naturaleza humana, o quizás es algo que está arraigado en nuestra cultura.
La raíz de la infelicidad no necesariamente es que queramos cosas diferentes, sin embargo: es lo que decidimos que no nos gusta desde el principio. Lo juzgamos como malo, en lugar de decir, "no es ni malo ni bueno, es lo que es".
Es demasiado negativo esperar que las cosas vayan mal, dicen. No obstante: solo es negativo si se lo ve como negativo. Si se lo juzga como malo.
En lugar de eso, podría aceptarlo como la forma en la que funciona el mundo –como son las cosas en realidad. E intentar entender porque es así y acogerlo. Como es.
Esto puede ser aplicado a cualquier cosa que haga: como las acciones de las personas de su trabajo, como funciona la política y cuan depresivos pueden ser los noticieros. Acepte estas cosas como son, pero debido a que usted disfruta el proceso de cambio, de aprendizaje y de crecimiento.
¿Podemos hacer que mejore nuestro mundo? Otra vez, eso es asumir que actualmente es un lugar malo. Pero en cambio, podría decir que el mundo es lo que es –y que no es ni bueno ni malo. Puede decir que seguirá buscando hacer cosas para ayudar a otros, a crecer como personas, a hacer una diferencia en el planeta –no porque es ahora una mala persona, o que el mundo apesta, sino porque ese es el camino que escogió seguir, porque disfruta esa ruta.
Cuando se descubra que está juzgando y deseando que sea diferente –todos lo hacemos– intente un enfoque diferente: acéptelo y entiéndalo. Le podría conducir a resultados interesantes.
"Sea feliz con lo que tiene, regocíjese por la manera que son las cosas. Cuando descubra que nada le falta, el mundo completo le pertenecerá" – Lao Tzu
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