Es casi imposible comunicar algo de manera clara y breve a todos, todo el tiempo.
Así que ocurren malos entendidos.
Entendemos mal un comentario o un gesto o una política o un contrato.
¿Y después qué pasa?
Bueno, si estamos envueltos con alguien que nos gusta o confiamos, le damos el beneficio de la duda. O asumimos que lo que realmente querían decir fue la cosa que esperábamos de alguien como ellos, o preguntamos sobre eso.
Si estamos envueltos con un extraño o con alguien que no confiamos, asumimos lo peor.
El desafío, por lo tanto, es ganarse el beneficio de la duda. ¿Cuántos de sus clientes, prospectos, vendedores, autoridades y colegas le dan el beneficio de la duda?
Si trabaja en eso, ¿podría aumentar ese número?
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