12 de abril de 2010

¿Quiere ser el mejor? Practique Deliberadamente Una Década


Artículo original:  For the Best of the Best, Determination Outweighs Nature and Nurture (Alina Tugen/The New York Times)

Siempre he sido considerada una buena escritora y una pésima cantante.  Me muevo rápido en los deportes pero dibujo como un niño de dos años.  Mis talentos, como son, parecen conseguidos de mi época de adolescente.

La mayoría pensamos que el talento es una capacidad con la que nacemos y en lo que tenemos poco control.  Pero cada vez más, los expertos están cuestionando el concepto que los genes limitan que tan lejos podemos ir.

"Estamos en un momento muy interesante de esta discusión, donde la nueva ciencia nos están dando una radiografía de lo que está debajo de la velocidad y fluidez de los grandes desempeños", dice Daniel Coyle, autor de “The Talent Code”. "Mucho se debe a los genes, pero mucho no".

Esto suena parecido a los argumentos familiares de 'se nace o se hace' –cuánto de lo nuestro es con lo que nacimos y cuánto se debe a nuestro entorno.  Pero investigaciones científicas muestran que la interacción entre el entorno y los genes es mucho más complicada que eso.

David Shenk, autor  de “The Genius in All of Us”, dice que el talento debe ser visto como un proceso en lugar de una cosa que tenemos o no. 

¿Porqué es importante? Porque si pensamos en el talento como más o menos inmutable, entonces lo estamos subestimando para nosotros y para nuestros hijos.

En su investigación, K. Anders Ericsson, profesor de sicología de la Florida State University, dice que hay poca evidencia que el talento esté ligado a diferencias genéticas individuales.  Una excepción que ve es la altura.  Es difícil, por ejemplo, ser un jugador profesional de baloncesto si es pequeño o un gimnasta olímpico si es alto.  El académico dice que todos pueden convertirse en grandes, o muy buenos, en un campo determinado.  Ante todo, necesita tener padres dispuestos a entregarle una gran cantidad de recursos y tiempo para ayudarle a triunfar.

De hecho, la investigación demostró que la mayoría de las personas que son sobresalientes en sus áreas no salieran de la nada.  Los grandes músicos usualmente nacieron en familias donde la música juega un papel dominante.  Lo mismo es verdad con los deportes u otra empresa.

Además, estudiando a los que triunfaron, el profesor Ericsson descubrió que ellos están comprometidos en algo que llama "práctica deliberada".  Eso involucra pasar horas diarias en actividades altamente estructuradas para mejorar el desempeño y superar las debilidades.

La práctica no es necesariamente agradable y requiere fuerza de voluntad mantener esa rutina por al menos diez años.  De sus observaciones, se necesita al menos una década de práctica deliberada para sobresalir en cualquier campo.

Pero no habla de practicar todo el día, todos los días.  Cuatro horas diarias es usualmente lo máximo que cualquiera puede hacer para conseguir lo mejor del esfuerzo, dice.  Después viene la fatiga.

"La mayoría no sería capaz de comprometerse en una práctica deliberada ni por unas pocas semanas", dice el profesor Ericsson.  Y esa es una de las más grandes razones para ni acercarnos a los altos niveles en un campo dado.

No todos están de acuerdo con Ericsson. Dean Simonton, profesor de sicología de la University of California, Davis, argumenta que "la genética influye en la velocidad y en que tan bien una persona pueda dominar la destreza necesaria para desempeñarse a nivel mundial".

Aún más, el proceso para adquirir esa destreza requiere de tremendo control y determinación.  ¿Pero donde nace esa excepcional motivación y energía?  ¿Se aprende o se hereda – o es otra combinación de la naturaleza y la educación?

Mientras, por ejemplo, pueda que no heredemos genes de músicos o escritores, dice el profesor Simonton, nuestra apertura a la experiencias es parcialmente atribuida a influencia genética, y "es esa característica correlacionada con el logro en todos los dominios lo que requiere creatividad excepcional".

"Muchos estamos lejos de nuestro potencial", dice Angela Duckworth, de la University of Pennsylvania. "La sabiduría que prevalece, durante el último siglo, es que el talento es la determinante más importante del éxito.  Nuestro enfoque en el próximo milenio está cambiando hacia todas esas cosas que desbloquean el talento, incluyendo coraje, auto-disciplina y seguridad".

Coraje es lo que la profesora Duckworth llama perseverancia, o como ella lo define, "la capacidad de sostener un esfuerzo hacia un meta desafiante de largo plazo".

Pero es peligroso para los padres pensar que si el talento es mucho más maleable de lo que pensábamos, de alguna manera podemos hacer que nuestros hijos se conviertan en grandes deportistas.  No se puede forzar a los niños a interesarse en algo.  Se lo consigue a través del amor, afecto e interés en la meta.

"Quiero que mis chicos aspiren a la grandeza", dijo el Sr. Shenk.  "Quiero que trabajen duro y que tengan una profunda satisfacción de luchar por algo.  Pero no quiero que tengan una vida de dos dimensiones".

Lo que tenemos que hacer es enseñarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos que de lejos tenemos más capacidad para desarrollar nuestras destrezas más allá de lo que pensamos, pero que no es fácil, dijo Daniel H. Pink, autor de “Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us”.

"Muchos padres están obsesionados con las destrezas cognoscitivas", como la lectura o las matemáticas, dijo Pink.  "Pero no somos buenos enseñando destrezas no cognoscitivas", como persistir cuando el trabajo se pone duro y entender que el fracaso y la desilusión son parte del éxito.

"¿Estamos estableciendo una generación alfabeta en perseverancia" preguntó.  "¿Después de todo, que es más satisfactorio que conseguir algo y dominarlo?".

Con toda esta charla sobre el talento, es fácil olvidar una cosa. Mientras me encanta observar a alguien que es espectacular en lo que hace y también conocer la gran sensación de conseguir algo difícil, es demasiado fácil dejar que la admiración de tales destrezas ensombrezcan los atributos menos visibles –como cortesía y generosidad.  Aunque admiro a muchos exitosos, estoy segura que no me gustaría vivir en mundo lleno de ellos.

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