Leído en la columna ‘Dear Abby’ de la edición internacional del Miami Herald del 25 de marzo de 2011 (página 5B)
- Presión para una rápida relación: Viene con expresiones como, “Nunca me he sentido amado de esta forma por nadie.” Un abusador presiona a su nueva pareja para una relación exclusiva casi de forma inmediata.
- Celos. Excesivamente posesivo; llamadas constantes o visitas inesperadas; le previene de no ir a trabajar porque “podría reunirse con alguien”; verifica el kilometraje de su auto.
- Control. Le interroga intensamente (especialmente si llega tarde) sobre con quien conversó y a dónde fue; guarda todo el dinero; insiste en que le pida permiso para ir a cualquier parte a hacer cualquier cosa.
- Expectativas irreales. Espera que sea una mujer perfecta que le satisfaga todas sus necesidades.
- Aislamiento. Evita que esté en contacto con sus familiares y amigos; acusa a las personas que le apoyan de “causar problemas”; el abusador puede privarle de un teléfono o auto para evitar que mantenga un empleo.
- Culpar a los demás de sus problemas y errores. Siempre será otra persona la culpable si algo sale mal.
- Hacer que alguien más sea responsable de sus sentimientos. El abusador dice, “Me haces enojar” o dice, “Me estás hiriendo por no hacer lo que te digo.”
- Hipersensibilidad. Se siente insultado con facilidad, diciendo que han herido sus sentimientos cuando se aloca. Despotrica sobre la injusticia de las cosas que simplemente son parte de la vida.
- Crueldad con los animales y los niños. Mata o castiga a animales de manera brutal. También, puede querer que los niños hagan cosas más allá de sus capacidades (castiga a un niño de tres años por mojar sus pantalones) o puede burlarse hasta hacerlos llorar. El 65% de los abusadores que golpean a su pareja también abusan de los niños.
- Uso “juguetón” de la fuerza durante el sexo. Disfruta de arrojar a su pareja o de sostenerla en contra de su voluntad durante el sexo; encuentra la idea de la violación excitante.
- Abuso verbal. Le critica de manera constante o dice descaradamente cosas crueles; degrada, humilla, le llama por nombres feos. También puede involucrar privación del sueño, despertándole con despiadado abuso verbal.
- Papeles rígidos de género. Espera que le sirvan, obedezcan y se queden en casa.
- Cambios súbitos de temperamento. Pasa de la dulzura a la violencia en cuestión de minutos.
- Palizas pasadas. Admite que golpeó a una compañera en el pasado, pero dice que le obligaron a hacerlo.
- Amenazas de violencia. Dice cosas como, “Te romperé el cuello” o “Te mataré,” y luego las desestima diciendo, “Todos hablan de esa manera” o “No quería decir eso.”
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