12 de enero de 2011

Confesiones de una anoréxica gorda

Artículo original:  Confessions of a Fat Anorexic  (bigfatfanny.wordpress.com)

He estado aprendiendo acerca de la aceptación de la gordura desde el 2007,  empezando por los archivos de Shapely Prose.  Pero he sido gorda desde que era muy niña, y me habría gustado aprender sobre la aceptación de la gordura mucho antes.  Fui prematura y algo baja de peso, pero gané peso rápido y era una adorable niña rellenita.

Pero después de algunos años de ser molestada porque era más rellena que los otros niños de la escuela, me volví hiper-cuidadosa de mi tamaño y de todo lo que llevaba a mi boca.  Cuando tuve ocho años, dejé de desayunar, pensando que perdería peso.  (No funcionó - Seguí ganando peso).  Cuando tenía doce años, después de pasar un verano en un programa de pérdida de peso auspiciado por un hospital local en el que asumían que toda persona gorda debe estar atiborrándose de comida, y después de afrontar a la cafetería en mis primeros días del séptimo grado, también empecé a dejar de almorzar.  Decidí que podría manejar el mareo y el dolor de mi ruidoso estómago en lugar del horror de estar comiendo en frente de otras personas.  Pronto aprendí que si ignoraba el dolor, se iría después de 20-30 minutos, sin importar cuanto tiempo hubiera pasado sin probar bocado.  Me puse completamente lejos de mis naturales señas de hambre, con un autocontrol de hierro.  Generalmente me alimentaba con dos pequeñas comidas diarias—un refrigerio después de la escuela y otro  alrededor de la hora de la cena.

Es probablemente necesario que mencione que cuando tenía 12 años, la situación financiera de mi familia cambió de la clase media cómoda a muy pobre en un período de tiempo corto.  Mi padre, que había sido el principal sostén, renunció a su empleo por una esclerosis múltiple.  Sobrevivíamos por el Seguro Social mientras mi madre (que era ama de casa por 15 años) regresó a la escuela.  Teníamos generalmente dinero suficiente para pagar la renta y los servicios, pero debimos cambiar de una alimentación regular a comidas baratas y 'llenadoras'.  Es decir papas al horno, hamburguesas y queso, esa clase de cosas.  Comíamos proteínas ocasionalmente y muy poca fruta y vegetales.  Así que cuando decía que tenía dos pequeñas comidas al día, quiero decir pequeñas.

Era extremadamente enferma.  Podía pasar mis manos a través de mi largo pelo y quedarme con la mano llena de cabello.  Frecuentemente tenía piernas temblorosas, mareos, y súbitos sudores debido al bajo nivel de azúcar en la sangre.  Mis dientes se aflojaron.  Perdí cualquier vestigio de un ciclo menstrual.  Pero debido a mis raíces germanas y lo que ahora sospecho era resistencia a la insulina, no perdí peso.  En ocasiones el dinero que ganaba como niñera, lo gastaba en comida.  Iba a McDonalds y me atiborraba un hamburguesa de un cuarto de libra con papas fritas. U ordenaba una media pizza y me la comía completa en el fin de semana.  Y naturalmente, cuando mi cuerpo estaba alimentado en lugar de mantener el estado de semi-inanición, almacenaba todo lo que podía como precioso combustible.  Así que entre los doce y los dieciocho, en realidad gané cerca de 70 libras a pesar de que todo el tiempo comía menos que el más delgado de mis compañeros.

Y en lugar de pensar que mi restricción de calorías era nada saludable, simplemente creía que lo estaba haciendo mal.  Es decir, calorías que entran calorías que salen, simplemente deja las donas y sal del sofá ¿cierto?  Comía, en promedio, menos de 1000 calorías diarias y tampoco perdía peso,  por lo tanto algo estaba haciendo mal.  Esto era reforzado por mi madre, que sabía lo poco que comía y expresaba su preocupación, pero seguía haciendo comentarios despectivos sobre la grasa (para ser justa, eran generalmente sobre ella, no sobre mi), y me veía con pena cuando quería que horneara brownies o quería comer algo que no era bueno para mi.  Escuché todos los seminarios sobre desórdenes alimenticios que daban en el colegio con gran interés, esperando aprender nuevas técnicas y teniendo mucho cuidado acerca del hecho que alguna gente se vaya a preocupar de mi desorden alimenticio a menos que vaya a empezar a propósito purgados o de alguna forma tener una baja de peso peligrosa  ¿Pero una chica gorda saltándose comidas?  Que bueno para ella, ya era hora que haga algo al respecto.

¿Podría ser diagnosticada como anoréxica?  Ciertamente no.  Nunca deje de comer completamente, después de todo.  De hecho, recuerdo haber estado un día muy deprimida porque decidí comer nada más que galletas saladas y Diet Pepsi por 24 horas y lo hice hasta cerca de las tres de la tarde antes de que un gran dolor de cabeza me llevó a colocar algo de queso cheddar  en las galletas.  Mi cuerpo me estaba diciendo que necesitaba desesperadamente sustancia, y me sentía mal por no ser capaz de ignorar esos mensajes por 24 horas seguidas.  Además, no importaba lo poco que comiera, continuaba en el rango deathfat (grasa de muerte).

Me tomó 15 años despertarme de esa pesadilla.  Y durante esos 15 años, hice mucho daño a mi cuerpo y a mi salud mental buscando entrar en un modelo ideal que ahora me doy cuenta era imposible.  Arruiné cualquier vestigio de metabolismo que me quedaba gracias a mi autoimpuesto estado de inanición, y solo ahora reconozco que no valía la pena preocuparme por el tamaño de mi cuerpo.  Empecé este blog porque recientemente descubrí lo confundida que estaba, y como estos largos años de desorden alimenticio y desorden de pensamiento todavía me sigue afectando.  El tener acceso a la fathosfera, me ha ayudado mucho.  Espero que mis pensamientos expresados aquí me ayuden de alguna manera a mejorar mi desviación mental, porque todavía necesito apoyo.

Related post



No hay comentarios:

Publicar un comentario