18 de enero de 2011

Sobre delincuencia y ciudadanos respetables (05-06)


Artículo original:  Nothing Burns in Hell: On Delinquents and Respectable Citizens (significantfailure.blogspot.com)


5.
El capitalismo consumista expropia la capacidad de toda la humanidad para crear su propio mundo, su poder de trabajo, y lo subordina a la producción, a la circulación y los elogios de las bienes de consumo.  A cambio, ofrece al individuo una selección de cosas, y de imágenes de la buena vida, para consumir dentro de límites estrechos de su vida privada.  No solo se trata de ofrecer un mundo pálido de placeres tenues y suburbanos de las clases medias bien comportadas.  Muy lejos de eso.  Solo hay un número determinado de lavadoras que pueden venderse.  Hay tanto dolor y desilusión que puede ser mitigado con muebles nuevos, vacaciones en Europa o una interminable sucesión de hombres y mujeres corteses en la pantalla y el disco.  El capitalismo moderno debe ofrecer algo diferente, algo más, si quiere sobrevivir.

6.
Desde la Segunda Guerra Mundial el capitalismo creció, y la búsqueda de la satisfacción a través del consumismo que lo fomenta, generó una larga serie de rebeliones jóvenes consumibles.  Ésta incluyó a los teds, mods, rockers, hippies, skinheads, punks, cultura rave y los mundos del hip-hop y rap. Cada uno de estos grupos sacó su propio arreglo particular de ropa, música, drogas y comportamientos interesantes como una alternativa frenética a la miseria de trabajos que requieren poco o nada de destreza y formas de vida que la gente honesta y conformista persigue.  De hecho, cuando la fuente de empleo y comercio ha abandonado por completo o en algo una zona (como en los guetos de América del Norte), la cultura cool y la criminalidad cool pueden parecer ser los únicos medios reales para evitar la pobreza y obtener sensación de dignidad.  Pero ninguna de estas rebeliones marcó la ligera partida de la dominación global de las mercancías y su lógica.  Solo sirvieron para reclutar gente joven dentro de más modelos externos de pensamiento y acción, y en más ondas de producción de cosas y consumo.  Los delincuentes de ahora permanecen estancados en sus procesos seudorebeldes.  Consideren, mis amigos, su ropa deportiva, gorras y joyas, la forma como caminan, hablan, pelean, se drogan, y su visión de lo que es una buena vida ¿No revela esto la extensión de lo que están buscando para ganar status y placer actuando de acuerdo a una pequeña variación local de unos pocos modelos 'gansteriles' que la sociedad les ha mostrado ("Probablemente haya algo que hacer con las películas de 'gánsters' que vemos.  Las bandas tenían muchas drogas y dinero.  Se drogaban, tenían los autos más llamativos, la clase de cosas ... que veíamos en las películas"—consumidor sueco de heroína)? Consideren, también, su preocupación nerviosa e inquebrantable por la aprobación visible de sus amigos  ¿No muestra ésto cómo el individuo está subordinado al dominio colectivo?  Por toda su rebeldía, los delincuentes esencialmente viven más que otros.  Asimilándose dentro de una imagen externa  de la buena vida, y la sumisión a la colectividad, es una forma ordinaria perfecta de la existencia alienada en la sociedad existente.  Los delincuentes están malinterpretando al asociar este estado de asuntos con la autonomía, las emociones, la sagacidad y la libertad.  Pueden conseguir alguna frágil autoestima, golpes y aceptación, inclusive pueden asegurar algunos medios precarios de supervivencia, pero pagan por ellos con la usual moneda de la auto-alienación.

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