14 de enero de 2011

Sobre delincuencia y ciudadanos respetables (03-04)



3.
Se lamenta con frecuencia que a los delincuentes juveniles les falta respetar a la autoridad.  Pero no debería sorprender que profesores, policía, padres, etc, no atraigan respeto, por la simple razón de que estos papeles ruines no lo merecen.  ¿Por que cosa en la Tierra deberíamos tratar con consideración y deferencia a aquellos que nos reducirían a las vidas encogidas que esta sociedad permite?  La gran noción de deferencia es una mera demanda de que calladamente y ciegamente nos sometamos a autoridades externas que han sido colocadas sobre nosotros.  Eso es repugnante.  Se supone que los delincuentes  son felicitados por buscar el reconocimiento práctico de esto.  Desafortunadamente, mientras ellos rechazan algo de lo que la sociedad ofrece para respetar, postergan  a los otros elementos de la vida alienada que nos piden seguir.  Lo que es peor, los delincuentes llegaron para admirar y desear las grandes alienaciones que fracasaron en impugnar.  Mientras esto persista, permanecerán anquilosados.

4.
Para los jóvenes dependientes, los desempleados, los pobres en trabajos denigrantes y los residentes de guetos, es tan obvio que el aburrimiento, la subordinación y el desprecio no son partes pequeñas de su grupo.  Hay diferentes maneras de responder a este comportamiento. Una es sonreír burlonamente con la esperanza de que el conformismo sea eventualmente recompensado por un nivel más alto y un trabajo mejor pagado.  Esta es quizás la respuesta más común.  Otra es protestar en contra de la sociedad que produce demasiado tiempo muerto.  Una tercera es buscar fuentes alternativas de prestigio y dinero dentro de la sociedad.  Para muchos, la delincuencia es en esencia una búsqueda de esa clase de alternativas ilusorias.

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