13 de octubre de 2009

El Verdadero IronMan



Un buen amigo, de quién escuché por primera vez la palabra IRONMAN me dijo sabiamente que el verdadero reto no era completar los 3,8 km de natación, 180 km de bicicleta, y 42,2 km corriendo, en un solo día; “el verdadero Ironman es el entrenamiento, y todo lo que haces, y dejas de hacer, por estar en esa línea de largada”. “El día de la prueba es tu premio, es un recorrido de 226 km para recoger tu medalla y un título que muy pocos han podido alcanzar”, me dijo.


Hoy, a menos de un mes de mi segundo Ironman, recuerdo esa conversación con nostalgia. Físicamente me siento agotado, pero mi espíritu se siente intacto. Cruzaré esa línea de meta este 7 de noviembre, junto a 11 ecuatorianos que decidieron comprobarse a sí mismo, y a su entorno, que cuando el ser humano se propone algo, no importan las adversidades, podemos alcanzarlo.


Acabo de llegar de la piscina, donde se supone que es donde mejor me debería sentir, por ser la natación la más fuerte de las tres disciplinas, en mi caso personal. Simplemente no pude terminar el entrenamiento. Estaba fatigado, el pulso alto, los brazos me pesaban como si fueran de piedra, la cabeza solo pensaba en parar, y una voz interior me decía “ya basta”.


Paré. Todavía agitado, bajé la cabeza, pensé en todo lo que he hecho para llegar a este punto, casi un año de entrenamiento y sacrificio, y me pude a llorar. Traté que la gente no se dé cuenta de mis lágrimas. El ambiente húmedo y mojado de un piscina fueron perfectos para ocultar mi humanidad.


Recordé las palabras de mi amigo Ivan Vallejo cuando me decía que la montaña le había enseñado lo que es la humildad. Darnos cuenta que somos insignificantes, que nuestro cuerpo es tan vulnerable, pero que solo nuestra voluntad es la que puede hacernos seguir escalando, o en el caso de un triatleta, nadando, cicleando, corriendo.


Mientras escribo estas líneas recuerdo todas las madrugadas, cuestas, piques, largas, gritos, lloros, sonrisas, peleas, abrazos, caídas, gozos, sacrificios, logros, que el haber decidio ser Ironman ha traído a mi vida, a la de mi esposa, a la de mis hijos. ¿Valió la pena? ¡¡Claro que sí!! Ahora puedo hablar con ellos de humildad, perseverancia, constancia, ñeque, fuerza, voluntad, visión, pasión, amor, amistad, y muchas otros valores de vida que he tenido que aprender en cada uno de los entrenamientos, solo o acompañado, en el agua de una piscina, de un lago, o del mar, en mi bicicleta dando vueltas a La Carolina, en las calles, o en la carretera, sobre mis pies, corriendo, por los caminos de una vida maravillosa que solo Dios, con su divinidad, me ha podido regalar.


Gracias Dios por la salud y la vida. Gracias por Michelle, Arianna, Josemaría. Gracias por mis padres y hermanos. Gracias por darme la dicha de haber entrenado con un grupo de guerreros en donde su mantra ha sido siempre el saber que nada es imposible.

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2 comentarios:

  1. Grandes palabras las de Fernando, gracias por compartirlas Rubi, estoy 100% de acuerdo con él, sobre todo en el primer párrafo, IM te haces en todos los meses del entrenamiento, el día de la carrera al estar parado en la playa ya eres un IM, ese día solo es para disfrutar, ponerle la cereza al pastel, ser finisher y retirar la medalla.

    Justamente en eso pensaba cuando le puse el Titulo a mi blog.

    PD: lo extraño es que cuando terminas un IM no te sientes de hierro, al contrario te sientes vulnerable y frágil, por que has conocido y sentido el sacrificio, la humildad, el dolor, la ira, la risa, el llanto, el odio y el amor. Como dice Fernando, por que te sientes MAS HUMANO.

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  2. Muy lindo relato, se me inundaron los ojos como si fuero yo el IM, algun dia me parare en la línea e partida y pensaré en este post.
    SAludos

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