El 9 de mayo de este año escribía mi objetivo: "La maratón de Guayaquil se realizará en la semana 40 y buscaré con el entrenamiento de casi 5 meses romper la barrera de 4 horas y conseguir mi mejor tiempo", y lo logré. El plan de trabajo de mi amigo y profesor Raúl Ricaurte permitió que cumpla ese sueño. Sin embargo, ese sentimiento de satisfacción quedó pequeñito ante el cumplimiento otro gran reto que me había impuesto hace más de cinco años. Así que en primer lugar quiero contarles sobre ese desafío.
'El mejor amigo de un maratonista es otro maratonista'
Recuerdo el relato de mi primera maratón en el que mencionaba que una fuente de inspiración fue una entrevista escuchada a un conocido personaje quiteño quien contaba paso a paso su primer IronMan, pero lo que no escribí esa vez fue que una de las metas más caras de este 'hombre de hierro' era conseguir que su compañera y esposa corra una maratón. Pensé en ese momento que esa si era una extrema exageración.
Al ingresar a Ruta 42, dos meses después de mi primera maratón (marzo/2005), tuve el privilegio de conocer a experimentados maratonistas y seres humanos. En uno de los tantos recorridos por el hermoso Parque Metropolitano escuchaba con atención al recordado comandante Valdemar Sánchez quien ante comentarios de la incomprensión que algunos colegas de vicio sentían en sus hogares, les respondía que justamente esa era una de las razones por las que se empeño en que Marthita (su esposa) entrene con él, porqué "el mejor amigo de un maratonista solo puede ser otro maratonista. Únicamente alguien que entrena para correr los 42,2 Km puede entendernos."
Utilicé todos los argumentos que podrán imaginarse: deportivos, emocionales, sociales, fisiológicos, etc., pero la misión no se veía muy fácil que digamos. Mis tres años de entrenamiento y mis dos maratones podrían ser considerados como un ejemplo a seguir, pero parece que los patéticos resultados eran todo menos inspiradores.
Aproximadamente hace tres años, insinué con el mayor tacto posible (ya que cualquier cosa que se diga puede ser usado en tu contra, o lo que era más grave en contra del gran objetivo ... la maratón) que la Primera Edición de la Ruta de las Iglesias (2005) era ideal para disfrutar de Quito y hacer algo de actividad física. Para mi sorpresa, la respuesta fue positiva. Ximena realizó sus primeros 10 Km en 1:16:35 (7'39"/Km) y en vista del resultado aceptó ingresar a Ruta 42 para mejorar su desempeño. Bajo la dirección de Raúl y la atenta supervisión de Mario y Renzo, en la Ruta de las Iglesias del 2006 bajó su marca a 0:57:55 (5'47"/Km) ¡más de 15 minutos!, aunque por su inexperiencia no pisó la alfombra de partida y el registro oficial fue el del disparo.
Los 10 Km fueron vencidos. La siguiente meta ... la Segunda Media Maratón Mitad del Mundo (Nov/2006). El entrenamiento iba muy bien pero una molestia física mermó la velocidad de la "flaca", sin embargo empezó a mostrar su enorme capacidad para sobreponerse al dolor y concluir lo iniciado ... 2:06:13 (5'58"/Km).
El propósito del nuevo año 2007 fue correr juntos la maratón de Chicago, pero dos semanas después de confirmar y pagar la inscripción en la famosa competencia estadounidense recibimos la noticia de una reserva realizada con mayor anticipación por Miguel Torres Caiza (nuestro cuarto hijo) que anunciaba su llegada para el mes de noviembre. Esta información dentro del grupo fue recibida con mucha alegría pero también con sorpresa. Nuestro estimado amigo Nelo insinuaba que yo no tenía perdón, ya que había sido una jugada mía (de maquiavélica estrategia) para evitar la 'pérdida del control remoto' ante el evidente potencial maratonístico de la futura mamá. Más tarde, y ante la presión pública, tuve que admitir que fue una medida desesperada pero que no lo volvería a hacer.
En fin, Ximena no dejó de caminar en la pista y en el bosque sino hasta dos días previos al alumbramiento. Recibió a un hermoso niño que ha destrozado todas nuestras teorías de educación para bebés y que se ha convertido en el amo y señor de la casa con muchos esclavos a su disposición.
Cinco meses más tarde, la flamante madre de cuatro hijos retornó a la pista, se preparó a consciencia, siguió todas y cada una de las recomendaciones técnicas del grupo de entrenadores de Ruta 42 (bueno, casi todas) y como chequeo corrió en Guayaquil su segunda media maratón ... 2:00:35 (5'43"/Km, quinta en su categoría).
Los detalles de su competencia de 42,2 Km se pueden leer aquí. Nos sorprendió a todos con una carrera espectacular en su primera maratón. Completó los primeros 21,1 Km en 2:09:32 (6'08"/Km) y la segunda media en 2:08:58 (6'06"/Km), es decir con 'parciales negativos' ... total 4:18:30 (sexta en su categoría). Aprendió de las experiencias y errores ajenos (en esta parte si creo que colaboré con muchos ejemplos personales) y conoció que sus límites eran solo mentales.
Solo me queda contarles que después del desayuno y de estar con el espectacular grupo de ruteros en una marisquería guayaquileña, fuimos al aeropuerto para tomar el avión de regreso y que al aterrizar en Quito, saqué mi celular para colocar un mensaje en Twitter. Al presionar la tecla de enviar sentí una descarga emocional increíble, mi compañera y amiga había corrido una maratón ... ¡sueño cumplido! El mensaje que escribí fue el siguiente:
"De vuelta en Quito. La maleta viene cargando
dos medallas de maratonistas.
05:17 PM October 05, 2008 from TwitterBerry"
Mi tercera maratón
Estaba muy fresco en la memoria el recuerdo de los últimos 10 Km de la maratón Guayaquil 2006, así que nos preparamos muy bien en las dos semanas previas: muchos líquidos (agua, Gatorade, Pedialite), dieta lipoprotéica, Berocca, Benutrex, vitamina C, etc. Con Eduardo decidimos buscar un ritmo constante de 5'35"/Km desde el inicio (7% más lento de nuestro ritmo de maratón esperado). Nuestra única meta era correr esta maratón en menos de cuatro horas.
Raúl nos recomendó un ritmo de 5'15"/Km para 3h41, pero creo que tomamos la decisión correcta al ser más conservadores en un ambiente muy diferente al de nuestros entrenamientos (más humedad y más temperatura). El último consejo de nuestro 'sensei' era el de asegurarse de tener suficiente memoria en los relojes y de ser necesario borrar registros. Justo a tiempo, mi reloj estaba a punto de saturarse y en ese momento borré todos los registros anteriores. Para buscar controlar el ritmo, le había comentado a Eduardo, pondría una alarma de tiempo cada 2'47" y así tener una verificación cada 500 m.
Arrancó la carrera y después de 2'47" sonó la primera alarma, miré el dato de distancia y el resultado era cero metros ¡No había activado el GPS! –a diferencia del Garmin 301, el 405 no se puede apagar y para ahorrar energía es recomendable tener desactivado el GPS y si olvidas ese detalle te topas con esta clase de sorpresas– así que recién en ese momento encendí el sistema de posicionamiento global. Toda la planificación de registro y control en cada medio kilómetro se desarmaba. Ya no sería posible la evaluación programada y deberíamos aplicar el plan B, las bandas impresas.
Hasta el kilómetro 15 nos mantuvimos al ritmo programado un pelotón de cinco ruteros: Eduardo, Pepito, Edgar, José Luis (que corría su primera media maratón) y yo. Pero en este punto Edgar y Pepe aceleraron el paso. Eduardo y yo estábamos preparados para esa situación, así que nos mantuvimos en nuestra velocidad inicial.
Después del kilómetro 20, José Luis ingresó al estadio para culminar su competencia y terminar su primera media maratón en un excelente 1:56:27 (recuerdo que mi primera media maratón fue en Guayaquil 2004 en 2h18).
Eduardo y yo pasamos la media en 1:56:11 (5'30"/Km), íbamos alrededor de dos minutos más rápido de la planeado (mi pulso se mantenía por debajo de 154 lpm). Esa diferencia de tiempo se mantuvo hasta cerca del kilómetro 30, a partir del cuál sentí que estábamos disminuyendo el paso y que mi ritmo cardíaco había subido a 158.
Nos habíamos mentalizado para arribar en pelotón hasta el kilómetro 35 y ahí evaluar nuestras reservas antes de aplicar el ritmo para los últimos siete kilómetros. La llegada a este kilómetro (al 35), era en la subida a otro puente. Eduardo no trepó a la velocidad esperada, parecía que estaba tomando fuerzas, pero después de un par de cuadras me di cuenta que arribaríamos a la meta con tiempos diferentes. Mi compañero de aventura –un gran caballero que se preocupaba de animar a todos y hasta de llevar una funda adicional de agua para entregarla a los oficiales de policía– disminuyó su velocidad y llegó en 4:09. Felicitaciones campeón y muchísimas gracias.
Al pasar el Km 36 nos metimos en una 'oreja' aburridísima de cerca de tres kilómetros (1,5 Km de ida y 1,5 Km de vuelta). Ahí estaba Eduardo Raza quien se había ubicado estratégicamente para apoyarnos. Me mojó la cabeza y me alentó con todas sus fuerzas a la ida y al regreso ¡Gracias Eduardo! Veía que por el otro lado de la acera ya estaban de regreso Ceci Vivas, Pepito Orellana y Edgar García. La diferencia con ellos era de un par de minutos.
Ya en la ruta de regreso saludé con mi compañero de aventura Eduardo Naranjo, con Vanessa que se veía muy fuerte y con la flaca que parecía que acababa de iniciar el calentamiento. Al salir nuevamente a la Av. Francisco de Orellana faltaban un poco menos de tres kilómetros, pero al revisar mi reloj me entró la desesperación ya que si no apretaba el paso corría el riesgo de no bajar de las cuatro horas ¡Recordé aquella frase!
Decidí echar toda la leña al asador. Pasé a Felipe que estaba cargando baterías, a Edgar que había disminuido considerablemente su velocidad, Pepito estaba todavía muy lejos y Ceci desapareció de mi radar. Al pasar el kilómetro 41 escuché la alarma del reloj y observé que el cronómetro se había detenido (es decir el tiempo de 3h56 que programé en el reloj se había cumplido: 5'35" x 42,2 Km) ... ¡¡¡Pánico!!! tenía menos de cuatro minutos para llegar a la meta.
Aumenté mi velocidad (el ritmo cardíaco ya había pasado de los 180 lpm) con el teleobjetivo apuntando a Pepito, que ya no estaba tan lejos. Ingresamos a los predios del Estadio Modelo y al pisar la pista observé que mi 'conejo' (Pepito Orellana) estaba a unos 100 metros. Nuevamente en la mente esa frase y a hacer el último pique. Faltando unos 40 metros para terminar la maratón logré pasarle. Estaba 'muerto' pero conseguí preguntar a mi amigo cual fue su registro, me dijo que 3h59. Mi tiempo fue de 3:58:46.
Como de costumbre mi aspecto demostraba exactamente lo que sentía, agotamiento total. Así que fui llevado a la zona de Ruta 42 en donde había un metro cuadrado de hielo, donde me senté con mucho placer, mi cuerpo me agradecía pero mis pantorrillas se quejaron instantáneamente ... calambres (Nota: inmediatamente después de terminar una maratón no es recomendable sentarse sobre hielo). Apenas pronunciaba el primer ¡ayayay! aparecía nuestro estimado Renzo quien hizo todo lo que pudo para recuperarme. Sabía que Ximena estaba por llegar y que debía estar con la mejor pinta posible para recibirle, pero al mínimo movimiento las pantorrillas (si ambas) bien 'enfriaditas' exigían cero movimiento ¡Ya llega Ximena!, escuchaba y yo, bien gracias, sentadito en pleno proceso de congelación. El desenlace lo leyeron ahí.
"El dolor es pasajero.
El orgullo es para siempre"
Felicitaciones campeón
ResponderEliminarLos sueños se sueñan, después se persiguen y al final se alcanzan, lo simpático es que, después de la meta hay otros sueños esperando su turno de hacerse realidad.
Felicidades campeón, eres de los que se vence a sí mismo para sonreirte a tí mismo.
Un campeón en toda la extensión de la palabra.
Faltó algo
ResponderEliminarTu descripión es muy entretenida, escribes muy bien,
FElicitaciones nuevamente
Felicitaciones sub4 ;)
ResponderEliminarMe emocione leyendo tu crónica; me alegro que todo haya salido de acuerdo a lo esperado y hayas vencido tus propios limites.
Tu ritmo de marathon es casi igual al de media, ya quisiera poder hacer eso, buena cabeza se necesita para lograrlo.
Y cuando falle "el dolor es pasajero la gloria es eterna" recuerda .. "un poco de tiempo de dolor a cambio de una eternidad de gloria" y vas a ir como moto ;)
Saludos