Artículo original: Why we scream?
Los simios juegan un papel clave en la evolución humana. Pero nuestros músculos faciales también tienen una historia que contar, dice Roger Highfield
Es una escena familiar de incontables historias de horror: la heroína, con grandes ojos y boca abierta, se prepara para gritar mientras el asesino se acerca. Pero ahora los científicos han descubierto que, haciendo eso, está obedeciendo no a las instrucciones del director sino a las leyes de la evolución.
La razón para esto es que nuestras expresiones faciales tienen un propósito. Aunque no hay nada por que temer alrededor, el poner una cara de susto le pone más alerta. De igual forma, una cara de disgusto cuando encontramos un mal olor está diseñada para anular el ofensivo hedor.
La idea de que las caras que hacemos en momentos de gran emoción no evolucionaron aleatoriamente, pero que tienen algunos beneficios evolucionarios, fue por primera vez presentada por Charles Darwin. Si potencian nuestras oportunidades de supervivencia, pensó, serían seleccionadas para eso en la piscina de genes.
Esto explica por que todos, desde el ejecutivo de Londres hasta el cazador de África, usan la misma expresión cuando se asustan. "Ya sean de Toronto o Papua Nueva Guinea, la gente levanta sus cejas y párpados cuando se asustan, o levantan sus labios superiores y arrugan sus narices ante el disgusto," dice el Dr. Adam Anderson de la Universidad de Toronto.
Su estudio ha sido publicado en el periódico de Neurociencia Natural. Encontró que la gente a la que se le pidió hacer expresiones de susto tenían un rango más amplio de visión, movimientos oculares más rápidos y un sentido de olfato aumentado así como una respiración más rápida.
Aquellos que realizaban expresiones opuestas, de disgusto –con ojos y boca encogidos en lugar de expandidos –tienen un rango visual más pequeño y un disminución en el volumen nasal, lo que significa que lo que vieron u olieron es lo que les ofendió.
El descubrimiento viene con la reciente sugerencia de William James, el filósofo pionero y sicólogo, de que hacer una cara en particular contribuye a sentir la emoción relacionada. Mover la cara en ciertas configuraciones cambia el flujo de la sangre al cerebro y la manera de sentir –así el sonreír, por ejemplo, le ayuda a ser feliz.
Pero en otro reciente estudio, un científico de la Universidad de Portsmouth cuestionó la idea que todas las expresiones faciales sean universales. Extráñamente, el Dr. Bridget Waller y anatomistas de dos universidades en Pittsburgh, reportaron en el Periódico de la Asociación Estadounidense de Sicología que los músculos faciales que controlan las emociones no son comunes para todos.
Todos tenemos un juego básico de cinco músculos faciales que controlan nuestra habilidad para producir expresiones estándares que convergen en ira, felicidad, sorpresa, miedo, tristeza y disgusto. Pero existen hasta 19 músculos presentes en la cara y mucha gente no tiene todos ellos.
El músculo risorius, que controla la expresión de miedo extremo, solo se encuentra en dos tercios de la población.
"Todos se comunican usando un conjunto de señales comunes," dice el Dr. Waller, "así que podríamos esperar que los músculos no varíen. Los resultados son sorprendentes. Algunas expresiones faciales menos comunes podrían ser únicas en ciertas personas."
En otras palabras, mientras todos sabemos instintivamente como lucimos asustados, no todos podríamos hacerlo tan expresivamente como en las películas.
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