26 de julio de 2008

La última carrera (6/7)

Artículo original:  The Last Run


El caso de Watt fue supervisado por el interno Steven Koenig, el doctor más expermientado de cuidados intensivos del hospital.  Koenig y su equipo enfrentaron bajas probabilidades desde el principio.  Kelly había terminado su carrera y colapsado alrededor de las cinco de la tarde, tan cerca como cualquiera podría  imaginarse.  Todo experto en insolación cree que ésta puede ser tratada exitosamente mediante un total enfriamiento del cuerpo, siempre que se lo haga en los primeros 30 minutos.  En los casos severos, cuando el cuerpo no ha sido enfriado por algunas horas, las consecuencias pueden ser irreversibles.  "Al momento que ingresó a cuidados intensivos, ya estaba muy enfermo", dice Koenig.  "Estaba en coma, sus riñones estaban fallando, ya había sido entubado, y básicamente sangraba por todos lados.  Pero estábamos optimistas, era joven y saludable.  Teníamos esperanza de que las cosas se reviertan".


Los siguientes cuatro días tomaron a la familia Watt en un paseo de montaña rusa, con demasiadas vueltas.  La primera noche apareció un sacerdote; al día siguiente parecía que Kelly se recuperaba. Otra noche, les pidieron a los Watts que organizaran su directorio telefónico; en la mañana una escandalosa enfermera dijo que estaba virando la esquina.


Paige Watt se registró en el hotel al otro lado de la calle y pasó casi toda hora posible al lado de su hijo, preguntándose como le podía haber pasado a su tranquilo niño.  A un chico que amaba correr y a los deportes tanto que tenía dos revistas Runner's world en su velador, juntoa  Running de Chris Lear con Five Point  de los Búfalos y de Mike Krzyzewski.  A un niño tan saludable –que nunca requería consultas– que su pediatra pensó que se había mudado a otro pueblo.  "Era un chico tan dulce, que no causaba ni problemas ni travesuras",  dice Paige.  "Solo le gustaba leer, escribir y correr. Y tan saludable.  Solo bebía agua y jugos 100 por ciento fruta, no sodas, y siempre comía una manzana diaria, como su padre."


Los amigos de Kelly y sus familias fueron al hospital para ofrecer su apoyo.  Decoraron su habitación con fotos del equipo de campo traviesa.  Incluyendo a Kelly, en el campo de entrenamiento de verano en las montañas.  Colocaron sus corazones en un portal de Internet, milestat.com, para el que Kelly había escrito.  Estos eran muchachos, adolescentes, brillantes y vigorosos y llenos de vida, y no podían creer que uno de ellos había sido atacado por una misteriosa enfermedad.  "La mayoría de nosotros teníamos 18 o por allí, y teníamos sensación de ser invencibles", dice Heeschen.  "Escuchamos ciertas cosas de nuestros padres y profesores, pero antes de Kelly no pienso que alguno de nosotros pensáramos sobre la insolación."


El sábado por la mañana, cuatro días después de haber ingresado al hospital, Kelly tuvo una crisis respiratoria.  Sus pulmones se llenaron de fluidos, su corazón empezó a fallar. Su madre, padre y hermana estuvieron hasta el final.  "Las dos últimas horas, se sentía como una escena de ER" dice Paul.  "Pasaban muchas cosas en una habitación tan pequeña.  Era obvio que estaban haciendo todo lo que podían.  Realizaban turnos para cuidarle.  Un poco antes del medio día, estaba al lado de Kelly, y pude decir que que estaban a punto de renunciar.  El médico se viró hacia nosotros  y dijo, "Lo siento, no hay nada más que podamos hacer".


De acuerdo con Koenig, Kelly Watt murió de una falla múltiple de órganos precipitada por la insolación y el resultado del flujo de toxinas en su torrente sanguíneo; con frecuencia se presenta una "cascada" de fallas de órganos.  Los riñones primero, sobresaturados de las toxinas de las roturas musculares, particularmente mioglobina, una proteína muscular que lleva oxígeno que se convierte en veneno cuando ingresa al torrente sanguíneo. El hígado después, afectado por el mismo veneno y por la muerte del riñón. Los pulmones y el corazón tratan de sobrevivir, pero cuando el daño es demasiado, también fallan ... seguir leyendo

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